17/2/21

Pensadores y aplicaciones - Pólvora en salvas VII

Diversos pensadores de nombres tan vistosos como David Riesman, Gilles Lipovetsky o Zygmunt Bauman han señalado una serie de males que afectan a los miembros de la sociedad posmoderna, como la necesidad patológica de aprobación social, la reducción persistente de la intimidad o la evolución de las relaciones hacia un mero flujo de intercambios superficiales. Sus teorías poseen nombres también muy vistosos como «muchedumbre solitaria», «desolación de Narciso» o «soledad masificada». Sin embargo, no he venido yo hoy aquí para hablar de los males de la sociedad posmoderna sino de algunas de sus bendiciones, sobre todo de aquellas relacionadas con el mundo digital, mecanismos enigmáticos que pueden cambiar tu vida, muchas veces para mejor

Hablo por ejemplo de Wallapop, una app que te permite no solo ganar algún dinero con el que llenar la nevera, o liberar espacio en tu vida llena de trastos y mugres variadas, sino que además sirve como potenciador del ego. Y es que, si algún día uno se siente dominado por el pesimismo o la melancolía, no tiene más que echar un vistazo a la sección de valoraciones de su perfil para encontrar preciosos mensajes como: «un chico muy amable y simpático», «puntual y atento», «le pongo el máximo porque no se puede poner más», «majísimo», «maravilloso, como siempre», «más majo imposible», «excepcional», «un chaval muy agradable», «fantástico», «detallista», «un tipo estupendo»… y al final, claro, te animas o te animas

Otro ejemplo sería Picture This. Hace poco hablaba yo de los cedros del Himalaya de mi barrio y no sé si alguien llegó a pensar que un servidor posee suficiente cultura general como para saber las especies a las que pertenecen los árboles de las calles. En absoluto. De hecho, me he pasado la vida creyendo que eran abetos. Por suerte, Picture This me revela este tipo incógnitas, las cuales muchas veces terminan en sorpresa. Así, una tarde, caminando hacia el supermercado, vi una de estas hierbecitas que crecen contra todo pronóstico en mitad de la acera o en el ángulo de los bordillos y me pareció una imagen tan poética y romántica que necesité conocer el nombre de tan gallarda guerrera. Bien, se llamaba hierbo del marrano o metezurras. No son denominaciones demasiado épicas pero puedo asegurar que aquella cosa se convirtió al momento en mi hierbajo favorito. En otra ocasión, andaba paseando por el maravilloso parque de El Capricho y me crucé con un árbol horrible que parecía traído de los mismos infiernos. Entonces Picture This me explicó que aquel no era otro que el árbol del amor, aunque también se le llamaba árbol de Judas y, atención, algarrobo loco. Me parece superfluo explicar que merece la pena tener Picture This. 

Por último, me gustaría hablar de la función de dictado de Word. Descubrirla sí que ha supuesto un antes y un después en mi vida y ha sido así sobre todo por dos motivos: me ha facilitado la tarea de retomar mi diario (aunque ni aun así lo utilizo cada día) y me ha permitido ahorrar un montón de tiempo a la hora de elaborar mis apuntes. Por si fuera poco, a veces también me echo unas risas porque el pobre Word se lía con las palabras técnicas o con los apellidos extranjeros y trata de salir del paso poniendo lo que le sale del código. Así, trabajando sobre novela contemporánea, una vez le dicté «Proust, Joyce, Woolf, Faulkner» y él redactó «plus, joys, Google, fortnite»; también, estudiando la Generación del 98 le dicté «Kierkegaard, Schopenhauer y Nietzsche» a lo que él propuso «Kids Garden, shopping Howard y night qué»; por poner un ejemplo más, una vez le dicté «novecentistas» y él me dijo, no sé si con maldad «no ves dentistas». 

En definitiva, considero que, independientemente de lo que digan los pensadores, tal vez merezca la pena pagar estos buenos ratos que nos ofrece la Posmodernidad con un poquito de agonía existencial, nihilismo y graves carencias psicoafectivas

15/2/21

Localidad

Un techo gris que palpita

cargado de estratos tristes

rebosantes;

observa cómo se agita

la ciudad entre despistes

elegantes.


Un árbol que clama al cielo,

desplegado su ramaje

como llamas;

entrañado en el subsuelo,

de cortezas luce un traje

como escamas. 


Un lobo va con correa

abriendo camino al frente

de sus dueños;

las aceras olisquea,

sigue el rastro persistente

de sus sueños. 


Un simio camina erguido

aunque le pesa en los hombros

la pereza; 

se siente un ser perseguido,

acecha entre los escombros

la tristeza. 


12/2/21

Romance oximorónico

Eres tú tan de Foucault 

yo tan de Gustavo Bueno;

tú eres muy de Roland Barthes

y yo de Jesús Maestro

Yo, Santillana y Manrique

tú, poetas posmodernos;

yo Cervantes y Galdós

y tú con Rosa Montero.

Yo, Berlanga y Carlos Saura

tú, Tres metros sobre el cielo;

yo con Goya y con Velázquez

y tú con hamparte fresco.

Tú conmigo te extravías

yo contigo no me encuentro; 

nuestro amor oximorónico

piensa con los sentimientos. 




10/2/21

Las nieves del infierno - Pólvora en salvas VI

Mi barrio, que es como un pueblo, posee una de las plazas más antiguas de Madrid, la cual se encuentra presidida por unos gigantescos y majestuosos cedros del Himalaya cuyas copas suelen verse coronadas por familias de cigüeñas. Bueno, al menos era así hasta hace unas semanas; hasta el día en que nos vomitó encima la borrasca Filomena. 

Desde entonces, nuestros queridos cedros no han vuelto a ser los mismos. Sus ramas, antes enhiestas y frondosas, se vieron obligadas a soportar el peso de toneladas y toneladas de nieve inútil, estúpida, de nieve molesta y destructiva. Cuando por fin aquella nívea bilis tuvo el detalle de deshacerse, pudimos apreciar el desastre estético en toda su plenitud. Nuestros cedros, el orgullo del barrio, se mostraban alicaídos, enfermizos, humillados, con varias extremidades colgando o yaciendo partidas en el suelo y con la espesura de su ramaje clareando, exponiendo su interior, exhibiendo sus castigadas entrañas de madera centenaria. 

En el Sueño del infierno, se sorprendía Quevedo al verse de repente obligado a tiritar de frío en una zona determinada. Aunque Dante ya había utilizado las bajas temperaturas como castigo infernal, en el caso de la obra de nuestro satírico, la causa residía en la presencia de «bufones, trúhanes y juglares chocarreros», los cuales helaban aquella parte del inframundo con su falta de gracia. Hay quien apunta a que esta idea del frío infernal podría provenir de San Mateo, 22, 13, donde se lee aquello de «arrojadle fuera, a las tinieblas, donde no habrá sino llanto y crujir de dientes». Sea como fuere, recordando lo vivido y observando el aspecto mortecino de nuestros queridos cedros, no puedo dejar de pensar que, por unos días, Filomena quiso, maldita la gracia, instalar el infierno en nuestra tierra.  

 

8/2/21

Incendio gris

Grisáceos los tiempos, a negro no llegan,

insípido sino, sendero a la ruina,

hirientes los vientos los ojos nos ciegan,

quebrando las piernas de aquel que camina.

Las dosis de soma, mortal medicina,

sopor y ceguera, total latrocinio,

ceniza de hoguera, fatal exterminio,

verdades a fuego de necia doctrina.


2/2/21

Cortesía

Fulgor tu cabello que humilla al monarca

que reina en el orbe quemando los cielos,

envuelve tu frente, tus ojos enmarca

en cuadro sublime que excita mis celos. 

La nieve en tu rostro, maná de los hielos,

alumbra mis noches, desvela mis penas,

tu boca encarnada me llena de escenas 

la mente, y el alma me colma de anhelos.