10/6/18

Algunos comentarios sobre el Polifemo de Góngora en relación con el amor petrarquista

El presente trabajo obtuvo la máxima puntuación al ser presentado como prueba de evaluación continua en la asignatura Literatura Española del Barroco, perteneciente al segundo curso del Grado en Lengua y Literatura Españolas de la UNED.


Cuestión 1: Reseña de un artículo de Inmaculada Rodríguez-Moranta


En su artículo “El amor y la expresión petrarquista en la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora”, la hispanista Inmaculada Rodríguez-Moranta estudia el celebérrimo poema gongorino a través del prisma del petrarquismo, con la intención de comprobar hasta qué punto el poeta cordobés se encuentra influido por este movimiento o en qué medida lo ha superado. 

Tras una breve introducción sobre el recorrido histórico del tema de Polifemo en la literatura occidental, la autora nos muestra que podemos destacar una primera presencia de petrarquismo en el tratamiento de Galatea (estrofas llenas de luz y descripción física basada en los tópicos visuales petrarquistas como “pelo rubio” y “piel blanca”). Sin embargo, enseguida vemos aflorar el más genuino barroco en el contraste, no solo entre la belleza de Acis y Galatea y la monstruosidad de Polifemo, sino también dentro de la pareja, pues frente a la esencia renacentista de ella, se encuentra el barroquismo de él, que irrumpe en la escena bruscamente mostrándose impulsivo y poseedor de una belleza viril, lo cual a su vez contrasta con su actitud respetuosa y cortés, en contraposición a la de personajes mitológicos similares que llevaban a cabo acciones tan violentas como el rapto.

Analizando en mayor profundidad los recursos descriptivos utilizados para pintar a la ninfa, Rodríguez destaca que, si bien se aprecia profusión de tópicos petrarquistas, Góngora consigue aplicar en cada caso una nueva vuelta de tuerca, por ejemplo, potenciando la manida metáfora “ojos=soles”, al decir que Galatea los cierra para frenar su efecto abrasador. La autora nos ofrece una extensa lista de casos similares referentes a los efectos del amor en Acis, a sus rasgos físicos o a la descripción del locus amoenus, que resultaría imposible resumir en este espacio.  

En lo referente a la forma, se destaca que la estrofa del poema, la octava real, es típicamente petrarquista, pero que, de nuevo, Góngora deja su propio sello, por ejemplo, cuando con un inciso, impide la pausa en el cuarto verso de una de las octavas. Asimismo, se habla del reiterativo uso de estructuras bimembres, también habitual del petrarquismo, señalando ahora que el poeta evita aburrir al lector gracias a la musicalidad de sus endecasílabos. 

El último análisis del artículo se centra en el léxico cromático, mostrándonos que los colores utilizados son típicamente renacentistas pero que Góngora los utiliza con su personal «pincel barroco», con lo que se viene a confirmar la idea central del artículo, esto es, que sobre la pluma de Góngora se deja sentir la influencia de movimientos estéticos anteriores pero que, dada su maestría, el ilustre cordobés logra infundir originalidad en cada recurso temático, léxico, formal o descriptivo que plasma en el poema.


Cuestión 2: Acis como antítesis del amante petrarquista


Papel de Acis en la trama narrativa de la Fábula de Polifemo y Galatea

Acis irrumpe en la narración en un momento en que Galatea se encuentra descansando tras haber huido de dos de sus pretendientes, Glauco y Paleo. La llegada del joven supone un punto de inflexión en la trama, pero también en la vida de la ninfa y de Polifemo. Hasta la copla XXIV, se nos han descrito personajes y entornos, y también se nos ha mostrado el día a día de Galatea, que consiste básicamente en ser pretendida y acosada por todos los habitantes masculinos de Sicilia. La aparición de Acis supone un cambio que podríamos considerar el comienzo del nudo narrativo. Toda la acción posterior se va a derivar del encuentro de los dos jóvenes. Desde el punto de vista de Galatea, conocer a Acis va a resultar totalmente trascendente, al ser el primer hombre que la trata con respeto, por lo que se enamorará de él para perderlo de forma trágica y violenta sin haber tenido apenas tiempo de disfrutar su amor, lo que probablemente la deje traumatizada de por vida. Respecto al cíclope, la llegada de Acis no es menos trascendental, pues los celos que siente al verlo con Galatea lo arrastran de nuevo hacia la degradación moral de la que había estado huyendo trabajosamente con el fin de convertirse en un pretendiente digno de la ninfa.


Prosopografía y etopeya de Acis

La literatura clásica había dibujado un Acis delicado y femenino. Sin embargo, la descripción física que de él hace Góngora, muestra a un joven bello, pero no de la belleza refinada de Glauco, sino de una belleza robusta. Sus cabellos son rubios y los lleva largos y despeinados, y tiene bozo, que es el bello que nace antes de que crezca el bigote, por lo que debe de ser bastante joven, tal vez adolescente, aunque sus facciones son muy viriles (es lo que más llama la atención de Galatea). A la hora de trazar el perfil psicológico del joven, hemos de fijarnos en sus actos, pues no se hace una descripción explícita de su personalidad tal como sí se ha hecho de su físico. Como se mencionó más arriba, podemos notar que el comportamiento de Acis es impulsivo a la par que delicado. A pesar de sentir un desbordante deseo por Galatea, logra domar sus instintos y tratar a la ninfa con respeto, llevando a cabo un cortejo detallista, carente de violencia y acoso, contrario al modus operandi del resto de pretendientes. Su consideración se muestra hasta en mínimos detalles, como en el hecho de desperezarse antes de dejar de fingir que está dormido para evitar causar en Galatea el menor sobresalto. Otra característica psicológica que percibimos en el joven es una fuerte seguridad o confianza en sí mismo que se deja ver en el modo en que va dirigiendo las fases del encuentro con la ninfa, la cual se muestra mucho más nerviosa e insegura, aunque el deseo y la fascinación sean similares en ambos. 


Acis frente al arquetipo de amante petrarquista

El amante petrarquista, según explica Francisco Garrote (2002: 155), es un hombre que ante todo pretende regresar a un primigenio estado de divinidad utilizando a la mujer como medio para tal fin, pues la belleza de esta es una especie de reflejo imperfecto de Dios y, al amarla, logrará alcanzar “etapas de perfección cada vez más altas, hasta volver a su origen, que es la divinidad” (Ibid., 158). Nada de todo esto parece tener cabida en Acis. Desconocemos cuestiones como sus creencias o nivel cultural, pero podemos entender que, si no se mencionan, se debe a que no resultan muy destacables, por lo que no parece descabellado concluir que el joven no comparte con los amantes petrarquistas este conjunto de ideas. Más bien lo contrario, Acis no ve a Galatea como un medio para lograr un fin, sino que parece más bien que el hecho de amarla representa un fin en sí mismo y, en todo caso, de considerar a la ninfa un medio, lo sería para objetivos mucho más terrenales que el de alcanzar la perfección divina. Además de esta diferencia en el modo de ver a la mujer (medio versus fin) está el hecho de que los petrarquistas dejan de admirar la belleza exterior, material, de la amada, para centrarse en adorar la belleza inmaterial de su alma (Ibid., 176), mientras que Acis no parece dejar en ningún momento de desear el cuerpo de Galatea, (lo cual no implica que no se sienta también atraído por su alma). De hecho, en cuanto el joven percibe la fuerte atracción que ha despertado en la ninfa, se lanza a iniciar el contacto sexual, situación en la que resulta difícil imaginar a un amante petrarquista. 

Otro enfoque para analizar las diferencias entre Acis y el amante petrarquista prototípico, es el modo en que se desarrollan los acontecimientos en torno al amor. Una característica fundamental del amor petrarquista es su imposibilidad, como en el caso de Garcilaso e Isabel Freire o del propio Petrarca respecto a Laura (De Micheli, 2007: 111). Frente a este arquetipo, Acis se revela como un amante determinado a materializar su amor, pues nada más entrar en escena comienza a tomar medidas para lograr su objetivo, que de hecho consigue rápidamente. El amor de Acis y Galatea no es platónico, abstracto, simbólico, sino completamente real, sensual, intenso, a pesar de su brevedad (apenas unas horas). Los petrarquistas, por su parte, viven en permanente ausencia de su amada (Garrote: 2002: 183-186), no logran que su amor sea correspondido, por lo que tampoco alcanzan su objetivo final de perfección divina. Albergan la esperanza de que algún día la amada les abra su corazón, pero aún así viven en un estado de constante sufrimiento que los lleva incluso a desear la muerte, todo lo contrario de Acis, que lo que desea es vivir para disfrutar de la relación que acaba de dar comienzo y que, paradójicamente y de un modo indirecto, pone fin a su vida. 

En definitiva, Acis no puede hallarse más lejos de un amante petrarquista. Incluso en las similitudes, como en el hecho de enamorarse a través del sentido de la vista (Ibid., 175), se dan diferencias, pues los petrarquistas se fijan primero en los ojos de la amada, mientras que cuando Acis ve por primera vez a Galatea, esta se encuentra durmiendo, luego, a pesar de que Góngora deja claro que sus ojos son maravillosos, Acis no los ve abiertos al encontrarla en el bosque, centrándose en la piel de la ninfa. 

Bibliografía

  • GARROTE, F. (2002) «La fórmula poética petrarquista: resumen ideológico y función lírica». En NIETO IBAÑEZ, J. (ed.), Humanismo y tradición clásica en España y en América, pp. 153-188. León: Universidad de León.
  • GÓNGORA, L., PARKER, A. (1983). Fábula de Polifemo y Galatea. Madrid: Cátedra. 
  • IVORRA, C. (2018). Poesía de Luis de Góngora. Valencia: Universidad de Valencia. https://www.uv.es/ivorra/Gongora/Gongora.htm
  • MICHELI, A. (2007). «Acerca de las influencias petrarquistas en España y en la naciente poesía novohispana». Literatura mexicana 18, n.º 1. pp. 109-116. Ciudad de México: UNAM.
  • RODRIGUEZ-MORANTA, I. (2017). «El amor y la expresión petrarquista en la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora». Lemir 21. pp. 223-248.