27/4/23

Buen viaje

Es un gato bueno, blanco y negro, flaco y larguirucho, con un ojo velado por una infección que sufrió de cachorro. 

Le gusta salir a la calle y yo lo saco con correa, como si fuera un perrillo, y observa fascinado a los pájaros del parque y se reboza por el suelo al calor del sol.

Le escribo estas palabras funerarias mientras todavía sigue vivo, reposando a mi lado, achacoso y consumido por la leucemia, confuso, cansado y con la mirada vidriosa y perdida.

Le escribo en su última noche, antes de su último amanecer y de su último paseo tambaleante por el parque, y de su último viaje al veterinario y de su última comida, de su última caricia y del último suspiro de sus pulmones.

Mañana se irá para siempre. 

Dejará este mundo y dejará mi casa, dejará vacío su lugar favorito, desde donde vigilaba las calles, dejará su parque y su correa, su comedero y sus juguetes, y dejará mi memoria colmada de recuerdos bellos y dolorosos, y dejará mi alma llorosa y mutilada, y dejará una nueva cicatriz en mi corazón hecho papilla.

Buen viaje, pequeño. 

Ojalá nos veamos al otro lado, algún día. 

Aunque sea dentro de muchísimo tiempo, yo no te habré olvidado. 

22/4/23

Lo peor (un poemario)

Las ignotas imprentas de Amazon acaban de regurgitar mi nuevo libro, Lo peor, un sombrío maremágnum de extravagancias poéticas que contiene textos escritos aproximadamente entre 2008 y 2021. Como explico en el prólogo, sus páginas reúnen lo mejor que mi torpe persona ha podido producir en forma de poema. Estoy muy satisfecho del resultado ya que, sin ser yo un profesional de la escritura, ni del diseño gráfico ni de la edición de vídeo, considero que he podido ofrecer un conjunto de creaciones literarias cuanto menos llamativo, envuelto en una portada resultona y promocionado por un vídeo bastante decente. Los potenciales lectores se encargarán de juzgar si lo que digo es cierto, siempre y cuando logre que todo esto alcance un mínimo de difusión, algo que para nada tengo claro que vaya a suceder. 

Compra Lo peor en tapa blanda por 5 euros aquí.

Compra Lo peor en Kindle por 0.99 euros aquí.

Echa un vistazo a las primeras páginas aquí.


18/4/23

Diez sublimes fragmentos de la Ilíada

Lleva más de veintisiete siglos siendo leída y estudiada, copiada, recitada o impresa, y todavía sigue dando que hablar a los críticos y fascinando a los lectores a lo largo y ancho de este mundo. Es la Ilíada, un monumental poema épico, cima de la literatura universal, compuesto por Homero, autor también de la Odisea. La Ilíada trata sobre Aquiles y la Guerra de Troya, pero no es ni una biografía del mítico héroe ni una crónica del famoso enfrentamiento. A pesar de su título, que hace referencia al nombre de Troya en griego, Ilión, tan solo recoge los acontecimientos que habrían tenido lugar durante cincuenta y un días del último año de la guerra. Ni siquiera aparece en la obra el archiconocido caballo, el cual se menciona de pasada en la Odisea y, con mayor detalle, en la Eneida, de Virgilio. 

A pesar de dicha concentración temporal, la obra se encuentra repleta de acción y de belleza y constituye un verdadero monumento literario cuya lectura considero obligatoria para cualquier amante de las bellas letras que se precie, pues supone una experiencia enriquecedora a la par que impactante, por lo muy distinto que resulta el modo de narrar de las epopeyas del empleado en las novelas actuales, a pesar de que estas son hijas de aquellas. No obstante, nada de esto es óbice para que podamos deleitarnos con la sublime expresión homérica hoy en día, y en este artículo he querido traeros diez ejemplos que prueban mis palabras. 

Nota: los fragmentos han sido prosificados por comodidad y corresponden a la traducción de Emilio Crespo Güemes.

La muerte de Héctor y el triunfo de Aquiles, Antonio Calliano (1813).

AGAMENÓN MASACRANDO

A su vez, el poderoso Agamenón, matando sin descanso, avanzaba con los argivos dando órdenes. Como cuando el voraz fuego prende en un bosque rico en leña, los remolinos de viento lo esparcen por doquier, y los arbustos caen de raíz, devorados con prisa por el ímpetu del fuego, así caían bajo el Atrida Agamenón cabezas de troyanos fugitivos, y muchos caballos, de erguido cuello, castañeteaban los carros vacíos por los puentes de combate, añorantes de sus intachables aurigas, que yacían en tierra, mucho más queridos para los buitres que para sus esposas. 

AQUILES HABLA CON SU MADRE SOBRE LA GLORIA DEL COMBATE

«Mas dejemos en paz lo pasado por mucho que nos aflija y dobleguemos, como es fuerza hacer, el ánimo en el pecho. Ahora iré en busca del matador de esa querida cabeza para mí, en busca de Héctor. Mi parca yo la acogeré gustoso cuando Zeus quiera traérmela y también los demás dioses inmortales. Ni la pujanza de Hércules logró escapar de la parca, aunque fue el mortal más amado del soberano Zeus Cronión, sino que el destino lo doblegó y además la dura saña de Hera. Así también yo, si el destino dispuesto para mí es el mismo, quedaré tendido cuando muera. Mas ahora aspiro a ganar noble gloria y a que más de una troyana o dardánida, de profundo talle, con ambas manos de las suaves mejillas se enjugue las lágrimas y emita entrecortados sollozos, y a que se enteren de que he estado largo tiempo sin combatir. Que tu amor no intente alejarme de la lucha: no me convencerás».

ARENGA DE HÉCTOR

«¡Troyanos, licios y dárdanos, que lucháis cuerpo a cuerpo! ¡Sed hombres, amigos, y recordad vuestro impetuoso coraje! Se ha ido el hombre más bravo, y a mí me ha dado inmenso honor Zeus Crónica. Guiad rectos los solípedos caballos contra los valientes dánaos y ganaréis un honor aún superior».

Con estas palabras excitó la furia y el ánimo de cada uno. Como cuando un cazador a los perros, de albos colmillos, azuza en un sitio contra un jabalí bravío o contra un león, así azuzaba contra los saqueos a los magnánimos troyanos Héctor Priámida, émulo de Ares, estrago de mortales. 

LOS DIOSES-RÍO ESCAMANDRO Y SIMOIS CONTRA AQUILES

«¡Querido hermano! Contengamos entre los dos el brío de ese hombre; si no, pronto la gran ciudad del soberano Príamo arrasará, y los troyanos no podrán oponer resistencia en la lid. ¡Ven cuanto antes en mi auxilio! ¡Llena tus cauces del agua de los manantiales! ¡Concita todas tus torrenteras! ¡Levanta tu elevado oleaje! ¡Suscita un enorme tumulto de truenos y de piedras, para poner coto a ese hombre salvaje que ahora triunfa y da muestras de una furia igual a los dioses! Seguro que no le valdrán de nada ni la fuerza ni la galanura ni esas bellas armas, que pronto en lo más hondo de la marisma ya serán enterradas bajo el limo. Y a él mismo lo revolcaré y lo cubriré con las arenas, le echaré encima escombros a millares, y los aqueos no serán capaces ni de recoger sus huesos: tanto será el fango con el que lo cubriré. Ahí mismo tendrá fabricado su túmulo, y ninguna falta le hará un montón de tierra cuando los aqueos le hagan el funeral». Dijo, y atacó a Aquiles, alzándose impetuoso y turbulento, al tiempo que borbotaba espuma sangre y cadáveres.

HERA SE PREPARA PARA SEDUCIR A ZEUS

Primero, con ambrosía la seductora piel lavó de toda inmundicia y se ungió con graso aceite divino y delicado, que estaba ya perfumado para su uso. Solo con agitarlo en la morada, de broncíneo piso, de Zeus, exhaló una fragancia que llegó igual a la tierra y al cielo. Con él se ungió la bella piel, y luego se peinó la melena y la trenzó con sus propias manos en relucientes bucles que pendían, bellos y divinos, de su inmortal cabeza. Se vistió con el delicado vestido que Atenea con maña le había alisado y en el que había bordado muchos primores. Se lo abrochó con áureos imperdibles a los hombros. Se ciñó el cinturón, ajustado con cien flecos, y se puso en los bien perforados lóbulos los pendientes de tres colgantes como moras, que irradiaban brillo encantador. La divina entre las diosas se tocó por encima con un velo bello, recién hecho, de un blanco brillante como el sol. En los lustrosos pies se calzó unas hermosas sandalias.

LAS NEREIDAS Y EL LAMENTO DE TETIS

Aquiles dio un pavoroso gemido, que su augusta madre escuchó sentada en los abismos del mar al lado de su anciano padre y la hizo exhalar un suspiro. Y las diosas se congregaron, todas las nereidas que estaban en el abismo del mar.

Allí estaban Glauca, Talía y Cimódoce, Nesea, Espío, Toa y Halía, de inmensos ojos, Cimótoe, Actea y Limnoría, Mélita, Iera, Anfítoa y Ágava, Doto, Proto, Ferusa y Dinámena, Dexámena, Anfínoma y Calianira, Dóride, Pánopa y la muy ilustre Galatea, Nemertes, Apseudes y Calianasa; allí estaba Clímena, Yanira y Yanasa, Mera, Oritía y Amatea, de hermosos bucles, y las demás nereidas que había en el abismo del mar.

Todas llenaron la clara gruta y, mientras ellas se golpeaban el pecho, Tetis entonó el llanto: «¡Escuchadme, hermanas nereidas, y así todas conocerás bien, si me escucháis, todas las cuitas que hay en mi ánimo! ¡Ay de mí, desdichada! ¡Ay de mí, infeliz madre del mejor! Que después de dar a luz a un hijo intachable y esforzado, el más notable de los héroes, que pronto creció cual retoño —y yo lo crié como a la planta sobre la colina del viñedo y lo envié con las corvas naves hacia Ilión a luchar contra los troyanos, ya no volveré a darle la bienvenida de regreso en casa, dentro de la morada de Peleo. Y mientras dura su vida y contempla la luz del sol, está afligido y ni siquiera puedo ir y socorrerlo. Mas iré, no obstante, a ver a mi hijo y a escuchar de él qué dolor le ha invadido, aun estando apartado del combate».

AQUILES RESPONDE A ULISES

«Pero te voy a decir lo que a mí me parece que es lo mejor: a mí creo que ni me logrará persuadir el Atrida Agamenón ni los demás aqueos, porque bien se ve que nada se agradece el batirse contra los enemigos constantemente y sin desmayo. Igual lote consiguen el inactivo y el que pelea con denuedo. La misma honra obtienen tanto el cobarde como el valeroso. Igual muere el holgazán que el autor de numerosas hazañas. Ninguna ventaja me reporta haber padecido dolores en el ánimo exponiendo día a día la vida en el combate. Como el pájaro lleva a sus crías todavía sin alas la comida, cuando la coge, tarea que es bien penosa para él, así yo también he pasado en vigilia muchas noches insomnes, y ensangrentados días de combate han transcurrido batiéndome con guerreros por las esposas de ellos. Doce ciudades de gentes he arrasado con las naves, y once a pie, lo aseguro, en la Tróade, de buenas glebas. De todas ellas muchos valiosos tesoros he saqueado, y todos los he traído y he ido dando a Agamenón Atrida. Y él, quedándose atrás junto a las veloces naves, los recibía, y repartía unos pocos y se guardaba muchos. Fue dando el botín que correspondía a los paladines y reyes, y lo conservan intacto; de los aqueos sólo a mí me ha robado. Ya tiene una placentera esposa; que pase con ella las noches y disfrute. ¿Por qué hemos de luchar con los troyanos los argivos? ¿Para qué ha reunido una hueste y la ha traído aquí el Atrida? ¿Acaso no ha sido por Helena, la de hermosos cabellos? ¿Es que los únicos de los míseros humanos que aman a sus esposas son los Atridas? Porque todo hombre que es prudente y juicioso ama y cuida a la suya, como también yo amaba a ésta de corazón, aunque fuera prenda adquirida con la lanza».

GUERREROS COMO LOBOS

Aquiles fue recorriendo todas las tiendas, para poner a los mirmidones en alerta con las armas. Éstos cuales lobos carnívoros con las mientes impregnadas de indecible coraje, que tras aniquilar en los montes a un cornudo ciervo enorme lo devoran; a todos se les enrojecen de sangre las mejillas y en manada van a una fuente de negro caudal, para lamer con sus tenues lenguas las negras aguas de la superficie, al tiempo que escupen la sangre de la matanza; en el fondo de su pecho el ánimo es intrépido y su vientre está ahíto.

EL RUGIDO DE LOS GUERREROS 

Entonces fue cuando desplegaron la más atroz porfía del combate Poseidón, de azulada melena, y el esclarecido Héctor, protegiendo éste a los troyanos y aquél a los argivos. El mar se desbordó hacia las tiendas y hacia las naves de los argivos, mientras chocaban con grandes alaridos. Ni el oleaje del mar grita tanto al batir la tierra firme, cuando surge del ponto gracias al siniestro soplo del Bóreas; ni tan grande es el crepitar del ardiente fuego en las cárcavas del monte cuando estalla el incendio del bosque; ni con tanta fuerza ulula por las encinas, de altas copas, el viento, que es lo que brama con más ruido cuando se enfurece, cuanto el vocerío de los troyanos y de los aqueos que se levantó cuando con un espantoso grito se lanzaron unos contra otros.

PEDRADAS COMO TORMENTAS DE NIEVE

De ellos, como los copos de nieve caen espesos un día invernal en el que el providente Zeus se levanta dispuesto a nevar para exhibir ante los hombres sus venablos; adormece los vientos y vierte la nieve sin parar hasta cubrir las cimas de las altas montañas, las cúspides de los oteros, los prados ricos de forraje y las fértiles labores de las gentes, además se vierte sobre la canosa costa y en puertos y ensenadas, y sólo el oleaje lo retiene con sus batidas; y todo lo demás queda tapado con una capa cuando el temporal de Zeus arrecia; así de espesas volaban las piedras que hacia ambos lados, unas hacia los troyanos, otras desde los troyanos a los aqueos, se tiraban, y el estrépito subía en toda la extensión del muro.

10/4/23

Escenas de la vida del hombre literal

—Nena, estás engordando.
—Dime algo que no sepa.
—La proliferación anormal y descontrolada de células se denominó cáncer porque los griegos apreciaron similitudes entre las patas del cangrejo y las venas que rodean a los tumores.

Esta historia forma parte de mi libro PULSACIONES, 99 MICRORRELATOS DE INFARTO. Puedes descargar una muestra gratuita pinchando en este enlace.