26/9/18

Los cinco géneros literarios más curiosos de la Edad Media

Un género literario no es más que un conjunto de obras que comparten ciertas características, como los temas que tratan, si son breves o extensas o si están escritas en prosa o verso. Algunos famosos géneros literarios de la actualidad son por ejemplo la poesía intimista, la novela negra, o los relatos de terror. 

Sin embargo, en otras épocas existieron géneros literarios muy distintos, los cuales resultaron tremendamente populares durante decenios, aunque finalmente dejaron de ser cultivados por los escritores y demandados por el público.

Estos géneros no resultarían comerciales hoy en día, pero forman parte de la historia de la literatura, y siguen siendo importantes en los ámbitos académicos. Además, muchos de ellos son los ancestros de los géneros modernos y no debemos olvidar que nos legaron numerosas obras inmortales de la literatura universal, las cuales continúan publicándose y leyéndose en nuestros tiempos y, en no pocos casos, generando influencia en los escritores actuales.

En este artículo os voy a hablar de los cinco géneros más curiosos de la Edad Media, pero, si lo preferís, podéis verlo en vídeo:



El Cantar de gesta

El cantar de gesta fue un género literario que narraba en versos asonantados agrupados en largas tiradas, las aventuras de famosos héroes medievales caracterizados por poseer las más elevadas virtudes, como el valor, la integridad, la fidelidad, la prudencia o la fe. Los juglares recitaban estos extensos poemas como forma de ganarse la vida mientras el público disfrutaba escuchando el relato de innumerables batallas y actos heroicos. En España, el único cantar que nos ha llegado casi completo es el Cantar de mio Cid, el cual es además la obra poética extensa conservada más antigua de nuestra literatura. Los primeros versos de la edición modernizada dicen así:

De los sus ojos tan   fuertemente llorando,
Tornaba la cabeza    y estábalos catando.
Vio puertas abiertas  y postigos sin candados,
Alcándaras vacías,  sin pieles y sin mantos,
Y sin halcones    y sin azores mudados. 5
Suspiró mío Cid   pues tenía muy grandes cuidados.
Habló mío Cid,  bien y tan mesurado:
-¡Gracias a ti, señor padre,   que estás en alto!
-¡Esto me han vuelto  mis enemigos malos!



La poesía de clerecía

Este tipo de poesía fue practicado por clérigos y otras personas cultas desde comienzos del siglo XIII hasta su ocaso y desaparición a lo largo del XIV. A nivel formal, estos poemas se caracterizaban por estar compuestos en tetrástrofo de alejandrinos monorrimos, es decir, estrofas de cuatro versos de catorce sílabas con la misma rima, también conocidas como Cuaderna Vía. Los temas que se trataban eran principalmente religiosos, épico-novelescos, didácticos o morales. Algunos de los poemas más tempranos son El Libro de Aleixandre, El libro de Apolonio o las obras de Gonzalo de Berceo, como los Milagros de nuestra señora. Por su parte, algunos de los poemas de clerecía más tardíos son El Rimado de Palacio o El Libro de Buen Amor, el cual es probablemente la más compleja, importante y misteriosa obra de este género, y una de las grandes joyas de la literatura española de todos los tiempos, y de la cual, pasamos a leer una estrofa:

Como dice el sabio, cosa dura y fuerte 
es dejar la costumbre, el hado y la suerte; 
la costumbre es otra natura, ciertamente, 
apenas no se pierde hasta que viene la muerte.  



La prosa didáctica 

Durante la Edad Media se hicieron muy populares las obras narrativas que contenían enseñanzas morales. Los predicadores, a la hora de dotar a sus sermones de mayor facilidad de comprensión, se servían de los llamados exemplum, breves cuentos con trasfondo didáctico o moralizante. También proliferaron los Espejos de príncipes, libros cuyo fin era ayudar a los reyes a educar a sus sucesores en aspectos políticos, sociales y religiosos. El autor más destacado en este género literario fue Don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X el sabio, que, entre otras obras, escribió el famoso Libro de los ejemplos del Conde Lucanor y de Patronio, el cual contiene 51 cuentos que Patronio va narrando al Conde, cada vez que este acude a él para pedirle consejo. Pasamos a leer unas breves líneas del ejemplo VI:

-Señor conde Lucanor -dijo Patronio-, la golondrina vio que un hombre sembraba lino, y entendió, por el su buen entendimiento, que si aquel lino naciese, podrían los hombres hacer redes y lazos para tomar las aves. Y luego fuese para las aves e hízola juntar, y díjoles cómo el hombre sembraba aquel lino y que fuesen ciertas que si aquel lino naciese, que se les causaría muy gran daño y que les aconsejaba que antes de que el lino naciese, que fuesen allá y que lo arrancasen. Que las cosas son ligeras de se deshacer en el comienzo pero después son mucho más graves de se deshacer. 



La novela sentimental 

Este género narrativo breve de temática amorosa empezó a desarrollarse a mediados del siglo XV, llegando su declive en las primeras décadas del siglo XVI, ya en el Renacimiento. Sus páginas nos muestran lejanos y exóticos escenarios donde personajes nobles viven historias de amor imposible que siempre terminan mal. Su estilo es elevado, latinizante y cargado de ornamentación retórica. Entre sus principales influencias se encuentran la ficción caballeresca, la lírica cancioneril, la literatura epistolar y la poesía alegórica. La obra cumbre del género es la Cárcel de amor, de Diego de San Pedro, publicada en 1492 y que fue un auténtico best seller de la época, siendo traducida a los principales idiomas y llegando a reimprimirse en España veinte veces hasta finales del siglo XVI. Pasamos a leer el comienzo de una de las cartas que el protagonista, Leriano, escribe a su amada, Laureola:

Si tuviera tal razón para escribirte como para quererte, sin miedo lo osara hacer, mas en saber que escribo para ti se turba el seso y se pierde el sentido, y de esta causa antes que lo comenzase tuve conmigo gran confusión: mi fe decía que osase, tu grandeza que temiese; en lo uno hallaba esperanza y por lo otro desesperaba; y en el cabo acordé esto. Mas, ay de mí, que comencé temprano a dolerme y tarde a quejarme, porque a tal tiempo soy venido, que si alguna merced te mereciese no hay en mí cosa viva para sentirla, sino sola mi fe. El corazón está sin fuerza, el alma sin poder y el juicio sin memoria. Pero si tanta merced quisieses hacerme que a estas razones te pluguiese responder, la fe con tal bien podría bastar para restituir las otras partes que destruiste.




El género celestinesco

La Celestina es probablemente la obra más importante de la literatura española después del Quijote. Al igual que este, gran parte de su éxito se debe al hecho de parodiar un género literario muy popular que mostraba signos de agotamiento. Si Cervantes alcanzó la gloria burlándose de las novelas de caballerías, los autores de La Celestina hicieron lo propio respecto a la ficción sentimental. Además de convertirse en una obra muy admirada, la Tragicomedia de Calisto y Melibea dio lugar al llamado género celestinesco, que se desarrolló ya con el albor del Renacimiento. Numerosos autores intentaron emular el triunfo de Fernando de Rojas creando obras en prosa o verso que recreaban el ambiente o los personajes de la tragicomedia o que planteaban continuaciones de la historia. Surgieron así títulos como Égloga de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, Farsa en coplas sobre la comedia de Calisto y Melibea, La segunda Celestina, La tercera parte de la tragicomedia de Celestina, La tragicomedia de Lisandro y Roselia, la Comedia Thebayda, la Comedia Ypólita y la Comedia Seraphina

Cabría destacar el Retrato de la Lozana Andaluza, publicada en Venecia en 1528, una novela híbrida entre el género celestinesco y la picaresca. Al igual que La Celestina, posee una estructura dialogada y una descripción realista del mundo de los bajos fondos de la época. De la picaresca toma la narración de los orígenes humildes y poco honrosos y el objetivo moralizante, aunque de este género hablaremos con mayor detalle en otro momento. Os dejamos con un fragmento de La lozana andaluza y os animamos a que nos comentéis cuáles son vuestras obras favoritas de la edad media. 

Acordaos de aquellos tiempos pasados cómo triunfábamos, y había otros modos de vivir, y eran las putas más francas, y los galanes de aquel tiempo no compraban oficios ni escuderatos como ahora, que todo lo expendían con putas y en placeres y convites, ahora no hay sino maullantes overo, como dicen en esta tierra, totivento, que todo el año hacen hebrero, y así se pasan, no como cuando yo me recuerdo que venía yo cada sábado con una docena de ducados ganados en menos tiempo que no hace que viniste, y ahora cuando traigo doce julios es muncho, pues Sábado Santo me recuerdo venir tan cansada, que estaba toda la Pascua sin ir á estaciones, ni á ver parientas ni amigas.