29/12/23

Balance lector de 2023

Dos mil veintitrés ha entrado de lleno en el top cinco de los años más trascendentales de mi vida, junto a otros como mil novecientos ochenta y tres o dos mil dieciséis. Han sido doce meses que se han repartido en dos periodos muy diferentes y extremos. Hasta mediados de octubre, viví permanentemente con una inmensa nube de mierda encima de mi cabeza que descargaba y descargaba sobre mí sin ningún tipo de piedad; sin embargo, desde entonces hasta ahora las cosas han cambiado tanto que me siento como si estuviera en un sueño. Ahora bien, como este es un blog que trata, groso modo, de literatura, no voy a entrar a relatar peripecias personales relacionadas con la vida, la muerte o el amor, sino que me voy a centrar en lo que tenga más que ver con las bellas letras, en concreto, con mis lecturas, porque podría hablar también de proyectos y otras cuestiones, pero, bah, con las lecturas es suficiente. 

En 2023 he leído treinta y seis libros, que es bastante para lo que suele leer la gente, pero muy poco para los super lectores, una raza superior de seres humanos que descubrí el otro día y que me dejan totalmente en ridículo. Con respecto a mí, este año le he dado mucho a lo que llaman no ficción (20 libros), especialmente al desarrollo personal y a la teoría literaria. De la primera temática me resultaron altamente gratificantes Hábitos atómicos, Tus zonas erróneas o Invicto, y completamente decepcionantes Cómo hacer que te pasen cosas buenas y El sutil arte de que todo te importe una mierda; respecto al segundo ámbito, me pareció de gran interés y muy bien escrita la Teoría de la novela de García Viño y de amenísima y límpida lectura la Introducción a la literatura de Andrés Amorós, que debería ser obligatoria en la universidad. 

En cuanto a lo que podemos considerar literatura pura y dura, he leído, como es habitual en mí, poca poesía y poco teatro, aunque, eso sí, ¡qué poesía y qué teatro!: nada menos que las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, Platero y yo, de Juan Ramón y Luces de Bohemia, de Valle Inclán. Por otra parte, trece obras narrativas han pasado por mis manos, entre las que sobresale sin duda el delicioso ladrillaco Guerra y Paz, de chorrocientas mil páginas, seguido no muy de lejos por otro ladrillo bastante menor en tamaño, aunque muy disfrutable también, titulado La saga/fuga de JB, de Torrente Ballester. Los han acompañado obras como Aurora roja y Tormento, de los nunca decepcionantes Baroja y Galdós; Como Ánades, un librito de relatos lleno de pequeñas joyas literarias ambientadas en la pandemia escrito por mi escritor fetiche, Gonzalo Calcedo; y algunos hitos pendientes de la narrativa española del siglo XX como El fulgor y la sangre y Tiempo de silencio. Ah, joder, y las Ficciones de Borges, id todos ahora mismo a leer ese libro y después gozadlo buscando información sobre cada cuento. 

Las grandes decepciones en este campo han venido de la mano de tres mujeres, qué le vamos a hacer: Pájaros de América, de Loorie Moore, Al faro, de Virginia Wolf (nunca un libro tan breve se hizo tan interminable) y La habitación de Nona, de Cristina Fernández Cubas, del que dos relatos me parecieron magistrales obras maestras y, el resto, muy, muy, muy normalitos. 

Querría hacer una breve mención a La noche, de Andrés Bosch, para mí, sin duda, el descubrimiento del año, una maravillosa novela desconocida (a pesar de que ganó el premio Planeta) de un genial escritor español cruelmente olvidado, ninguneado e infravalorado por la crítica y el público, salvo por mí y por el gran Manuel García Viño, quien consideró a Andrés Bosch como uno de los mejores novelistas españoles del siglo XX. Os invito a leer el artículo homenaje que dediqué a la novela y a su autor.

Poco más puedo decir sobre mi balance lector de 2023. Probablemente en el año que entra siga una tendencia similar. Caerán fijo, al menos, un libro de Baroja y otro de Galdós, así como dos o tres grandes clásicos de las literaturas de otras lenguas, como Los miserables, Grandes esperanzas, Madame Bovary, Ana Karenina o Los hermanos Karamazov. Me gustaría mucho leer Historia de una escalera, respecto al teatro y una antología de San juan de la Cruz en lo referente a poesía. Y sé que continuaré dándole mucha caña al desarrollo personal y espiritual, con varias obras que tengo descargadas como Padre rico, padre pobre, 12 reglas para la vida o No puedes lastimarme. En cualquier caso, tampoco quiero planificar demasiado esta cuestión porque al final uno acaba abriendo las páginas del libro que más le hace remover los entresijos del alma. 

¡Feliz 2024!

8/12/23

Aprovecha el tiempo, pues los años vuelan y algún día morirás - Pólvora en salvas XXIII

Me encantan las locuciones latinas porque son breves, suenan bien y suelen encerrar grandes cantidades de sabiduría. Entre mis favoritas, hay tres que hacen referencia al transcurso del tiempo y que vienen a transmitir casi la misma idea. Son carpe diem, tempus fugit y memento mori. De hecho, sus significados pueden combinarse en una sola sentencia más extensa y poderosa y que he utilizado para titular este artículo: APROVECHA EL TIEMPO, PUES LOS AÑOS VUELAN Y ALGÚN DÍA MORIRÁS.

Aquellos que estamos interesados en el amplio mundo del desarrollo personal somos conscientes de lo importante que puede ser aprovechar nuestros días al máximo. Hay tantos libros que leer, tantas disciplinas que probar, tantas cosas que aprender, tantos sitios que visitar, tantas personas que conocer, tantos momentos que compartir… Sin embargo, ahí está nuestro tiempo, una cantidad que no solo no puede crecer, sino que se reduce día a día, minuto a minuto, y de la que ni siquiera podemos conocer su medida, pues la fecha de nuestro final constituye un enigma, por desgracia o por fortuna, irresoluble. 

Así pues, lo único que nos queda a este respecto es, por un lado, dejar de desperdiciar nuestro tiempo como si fuera algo infinito y, por otro, tratar de aprovecharlo para llevar a cabo durante su transcurso el mayor número posible de actividades que aporten valor a nuestras vidas. Un modo muy interesante de poner esto en práctica sería hacer varias cosas a la vez. No estoy hablando de la multitarea, que, al parecer, se ha demostrado que es imposible. Hablo de realizar al mismo tiempo una actividad que demande tu atención y otra que no lo haga, o, que al menos, no lo haga en gran medida. 

A lo largo de mis años transitando los caminos del desarrollo personal, he ido a dar con varias combinaciones de este tipo y hoy quiero compartir con vosotros las tres que considero más útiles e interesantes.

1) Lee mientras descansas en el gimnasio

Leer es uno de los mejores hábitos que podemos implementar en nuestra vida. Te entretiene, reduce el estrés y mejora tu vocabulario, tu ortografía, tus habilidades expresivas, tu imaginación y tu nivel cultural, por citar solo algunas ventajas. Los que somos auténticos yonquis de la lectura lamentamos no disponer de más tiempo para adentrarnos entre las páginas de la inmensa lista de libros que tenemos pendientes, pero lo cierto es que podríamos leer mucho más si aprovecháramos los ratos muertos que nos ofrece nuestra cotidianidad

En este sentido, constituye todo un clásico leer en el transporte público, pero yo quería ser un poco más original, por lo que mi propuesta consiste en aprovechar los descansos entre series en el gimnasio. Por lo general, estos parones se prolongan durante un minuto y medio, dos o incluso tres minutos en determinadas rutinas. La mayoría de la gente los gasta en revisar las redes sociales, charlar o dar vueltas mirando a las musarañas. Si tomamos la determinación de invertir ese tiempo en lectura, la cantidad de libros que leemos al año puede incrementarse significativamente. 

Veámoslo con el ejemplo de una persona que vaya al gimnasio tres veces a la semana y que realice en cada sesión siete ejercicios de cuatro series. Redondeando a la baja, esto daría unos 25 minutos de descanso por sesión, lo que serían 75 minutos a la semana, o unas 65 horas al año. ¿Cuántos libros se pueden leer en ese tiempo? Pues la nada desdeñable cantidad de 6 o 7 libros de 200 páginas (en realidad pueden ser unos cuantos más). 

Creo que la posibilidad de leer varios libros más al año casi sin esfuerzo y sin la sensación de tenerle que dedicar tiempo resulta más que tentadora. Mi recomendación es hacerlo utilizando un Kindle. Es verdad que podemos leer libros en papel, pero resulta mucho más incómodo, no solo por el hecho de que el libro electrónico es más manejable, sino porque te evita estar buscando por dónde te quedaste la última vez cuando empiezas un nuevo descanso. En el Kindle esto se soluciona poniendo la letra bastante grande, lo que facilita enormemente encontrar el punto donde pausaste la lectura. 

2) Aprende idiomas mientras te arreglas

Creo que resulta ocioso relatar las ventajas que tiene hoy en día el aprendizaje de una segunda o tercera lengua. Por otra parte, tampoco pretendo atribuirme la idea de escuchar algo mientras te duchas y te preparas para ir a clase o al trabajo. Mi propuesta se concretiza en aprovechar, mientras realizas esas tareas (que no requieren casi atención, al encontrarse altamente automatizadas), para mejorar tu listening. Es decir, en vez de ducharte, afeitarte, preparar el desayuno y todo lo demás al ritmo de Los 40 Classic, invierte ese tiempo en escuchar podcast en inglés (o en la lengua que estés aprendiendo). Si lo haces casi todos los días, podríamos estar hablando fácilmente de más de 150 horas al año dedicadas a aprender un idioma, lo cual puede marcar una gran diferencia en esta cuestión. 

Si controlas bastante, podrás encontrar una amplia oferta en Internet. Es recomendable que los programas que elijas traten sobre temas que te interesen, pues así tu cerebro se esforzará más en entender el mensaje y tenderás menos a desconectar. Sin embargo, si no tienes demasiado nivel, puede resultar difícil encontrar algo que merezca la pena, pues lo ideal con el listening es que lo que escuchas solo esté un poco por encima de tu nivel actual, de forma que puedas entender una gran parte del mensaje. Si no logras comprender más de la mitad de lo que se dice, en la práctica será como estar escuchando ruido blanco. 

Por todo ello, quiero recomendaros que os habituéis a un podcast que me acompaña desde hace muchos meses y que es una auténtica maravilla. Se llama Listening Time y en él su creador habla en cada capítulo sobre un tema, los cuales suelen ser casi siempre interesantes y de lo más variado (algunos ejemplos son: los sueños, el cine, la inteligencia artificial, el día de la madre, la comida basura, los deportes extremos, el patriotismo, la lectura, la antigua Grecia…), con la particularidad de que se expresa de un modo un poco más claro y un poco más lento de lo que lo haría en una conversación normal. Este tipo de input comprensible es el entrenamiento perfecto para empezar a entender otro tipo de materiales audiovisuales que, por ahora se encuentran, fuera de nuestro alcance, algo que puede cambiar poco a poco sin que te des cuenta. 

3) Transcribe tu diario mientras caminas 

Los paseos suponen otra gran oportunidad para aprovechar el tiempo, tanto si caminas ex profeso (otra maravillosa locución latina) como si lo haces porque no te queda otra. Son varias las actividades combinables con las caminatas (escuchar música, escuchar podcast, reflexionar, buscar ideas creativas, incluso leer), pero la que yo propongo es la elaboración de un diario utilizando una app de transcripción. 

Llevar mi diario se ha convertido para mí en una actividad absolutamente irrenunciable y, aunque hacerlo posee múltiples ventajas, considero que la principal es su utilidad como almacén de ideas y de recuerdos. Es una verdadera lástima la cantidad de experiencias y pensamientos que vamos olvidando día tras día y, al mismo tiempo, si no lo has experimentado, no te imaginas lo satisfactorio que resulta leer los detalles de lo que hiciste un día cualquiera de hace unos años o incluso unos meses. Además, he comprobado por mí mismo que solo conservamos una parte de algunos recuerdos, mientras que olvidamos otras. Por ejemplo, yo recordaba perfectamente que tuve un incidente con mi vecino hace justo un año, pero había olvidado por completo hasta que lo leí ayer, que aquella noche me la pasé soñando con lo que me había ocurrido y despertándome en medio de la oscuridad sin estar seguro de si el suceso había tenido lugar en la realidad o no. 

A pesar de todos estos pros, escribir nuestro diario puede llevarnos bastante tiempo, lo cual podría hacernos desistir. Gracias a la transcripción, podremos registrar las cosas que hacemos cada día, las ideas que tenemos o cómo nos sentimos sin ningún esfuerzo. Después podemos copiar el texto, pasarlo a la app de Word, ponerle la fecha como título y que quede almacenado en la nube, constituyendo una especie de disco duro externo maravilloso para nuestra memoria. 

Espero de corazón que estas tres propuestas os hayan resultado interesantes y que os apetezca implementarlas en vuestras vidas. Recordad que, incluso aunque no las sigáis siempre, aunque no leáis en todos los descansos ni hagáis listening en todas vuestras duchas ni transcribáis vuestras cavilaciones en todos vuestros paseos, aunque solo lo hagáis algunas veces, siempre valdrá la pena el esfuerzo, pues cada minuto que logremos rescatar de cualquier rato muerto supondrá, en cierto modo, aumentar nuestro tiempo de vida.