14/3/23

La noche en que conocí a Andrés Bosch - Pólvora en salvas XXII

Practicar boxeo ha traído grandes mejoras a mi vida: confianza, resistencia, pérdida de grasa, salud cardiovascular, aumentos de testosterona... Lo que nunca habría imaginado es que, gracias al deporte de los puños, iba a descubrir a mi nuevo escritor fetiche: don Andrés Bosch Vilalta

Todo ocurrió hace un par de semanas. Yo estaba informándome en la Wikipedia sobre el pugilismo patrio cuando vi un subapartado sobre el boxeo en la cultura popular en el que mencionaban la novela La noche. Casualmente yo tenía un ejemplar guardado en el cajón de los libros que vendo por Wallapop, por lo que pensé que podría rescatarla y echarle un ojo. El hecho de que hubiese resultado ganadora del Premio Planeta de 1959 me tiraba un poco para atrás, pero afortunadamente logré sacudirme el polvo de mis prejuicios. Desde entonces vivo obsesionado con Andrés Bosch, hasta el punto de haberme planteado en sueños la posibilidad de hacer un doctorado sobre su obra.

En fin, comencé a leer La noche y a las pocas páginas ya me sentía completamente atrapado por su poderosa fuerza narrativa. En paralelo a la lectura, empecé a buscar información sobre el autor y sus libros, pero curiosamente no encontraba casi nada: una escueta página en Wikipedia donde informan de los datos biográficos esenciales (fecha y lugar de nacimiento y muerte, obras publicadas, premios, poco más); un obituario firmado por Manuel Vázquez Montalbán, donde lo define como un buen escritor que casi nunca estuvo de moda, pidiendo que los críticos digan algo de él; una reseña en una web de boxeo inactiva desde 2013; y, por último, un artículo homenaje en un blog, entre cuyos comentarios figura uno del polémico crítico Manuel García-Viñó, fundador de La fiera literaria, donde califica a Andrés Bosch como el mejor novelista español del siglo XX.

Sinceramente, yo no creo que Andrés Bosch sea nuestro mejor novelista de la pasada centuria pero lo que sí puedo decir es que en mi vida he leído unas cuantas novelas, doscientas noventa y ocho, para ser exactos, y La noche es, sin ningún género de dudas, una de las mejores. Me fascinó su belleza sobria y sombría, su estilo crudo y eficaz, la personalidad y el conflicto del protagonista, la pléyade de personajes secundarios y extras que lo acompañan, caracterizados magistralmente por el autor con un par de pinceladas, como el olor, el tipo de sonrisa o, muy en la línea galdosiana, el uso frecuente de alguna expresión y, por mencionar una virtud más, las descripciones de los ambientes urbanos y naturales, que recuerdan al Baroja de La lucha por la vida, y que pueblan toda la obra llevando al lector a experimentar un orgasmo estético tras otro. 

Lógicamente, cuanto más leía, más me extrañaba el silencio de la crítica. En mi ansiosa búsqueda de información, exploré los fondos de la biblioteca de la UNED y los contenidos de Dialnet y de Google Books, pero lo hice en vano. Nadie había publicado ni un miserable artículo sobre Bosch en ninguna revista especializada, ni mucho menos había defendido alguna tesis doctoral. Esto no sería un problema si la causa radicase en el elevadísimo nivel exigido por los críticos y teóricos de la literatura, pero no es así, pues excrementos narrativos como Las edades de Lulú o panfletos ideológicos como Soldados de Salamina han obtenido atención en decenas de publicaciones. Nadie dijo que la vida fuese justa, aunque tampoco dijeron que sería tan cabrona.

Pero dejemos que sean otros los que evidencien los méritos de La noche y de Andrés Bosch pues, finalmente, de tanto buscar, sí que logré encontrar algunos pronunciamientos de la crítica, honrosas excepciones en esta infamia artística que supone haber privado a nuestro narrador del reconocimiento que merece. Lo primero que cabría decir es que La noche ganó el Planeta con el voto unánime del jurado, un jurado entre cuyos miembros se encontraba nada menos que doña Carmen Laforet. Por otra parte, el mencionado García-Viñó le dedica a Andrés Bosch un capítulo de su ensayo Novela española actual, titulado «Andrés Bosch y las posibilidades de una nueva novela española». Allí lo define como el novelista español más importante surgido tras la guerra civil, junto a Carlos Rojas, declarando que «de todo lo que digo en este libro, esto es lo único que sé con plena seguridad». No he leído todo el artículo, pues no quiero destriparme otras novelas de Bosch, pero sobre La noche, García-Viñó destaca el alcance universal del protagonista (el inolvidable Luis Canales), restando importancia a la ambientación en torno al boxeo, asegurando que la esencia de la novela habría quedado inalterada si se hubiese utilizado el fútbol o el toreo como telón de fondo. Otro crítico muy respetable que dedicó palabras elogiosas hacia nuestro novelista, si bien no tan entusiastas, fue Gonzalo Sobejano, quien dijo de él que poseía un estilo depurado y que ofrecía unas narraciones cuidadosamente construidas basadas antes en la sobriedad que en el lucimiento. Por último, los profesores Pedraza y Rodríguez dedican a nuestro narrador algunas páginas del tomo XIII de su maravilloso Manual de literatura española. Allí ofrecen un comentario más que nada descriptivo, neutral. Dicen de Bosch que es un novelista que prioriza la psicología de los personajes por encima del argumento, que rechaza el realismo social aunque utiliza una estética realista o que gusta de alternar el enfoque objetivo con el subjetivo.  

El presente homenaje va llegando a su fin, pero puedo asegurar que esta no va a ser la última vez que Andrés Bosch aparezca por aquí, ya que desde mis humildes medios voy a tratar de hacer lo posible por honrar su memoria y otorgarle, al menos, una pequeña parte del reconocimiento que merece. 

Andrés Bosch junto a Manuel García-Viñó y Carlos Rojas

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