8/1/25

Balance lector de 2024

El recientemente finiquitado año 2024 ha resultado increíblemente positivo para mí, sobre todo porque me ha dispensado cantidades muy pequeñas de problemas y de sufrimiento. Esperemos que 2025 siga su estela en ese sentido.

Centrándonos en la lectura, que es la cuestión que nos atañe ahora, se puede decir que ha sido bastante flojo, ya que me he leído tan solo 25 libros, cuando otros años la cifra suele andar más cerca de los 35. En cualquier caso, es más del doble que la media nacional (que supuestamente está en 10 libros al año, aunque yo no me la creo, e intuyo que será más bien de cero coma algo) y también es una pequeña fracción de lo que devoran los superlectores, esa gente superior.

Ha sido un año atípico también en el hecho de que, de verdad, no sé por qué, me he desentendido bastante de las bellas letras, no leyendo ninguna obra de teatro ni ningún poemario, y realizando tan solo ocho incursiones en el terreno de la narrativa, con dos novelas y seis libros de relatos. Las novelas fueron, La voluntad, de Azorín, de la que destaca su prosa sublime y sus reflexiones existencialistas, y En una noche oscura salí de mi casa sosegada, del premio Nobel austriaco Peter Handke, que me leí porque me la encontré en el trabajo y me llamó la atención, al ser su título un verso de San Juan de la Cruz (Handke es un reconocido hispanófilo). Es una obra misteriosa y surrealista que no recomendaría a todo el mundo, pero que yo no me arrepiento en absoluto de haber leído. En cuanto a los libros de relatos, destacan Madrid, Nebraska, al que dediqué este artículo; La reliquia viviente, de Turgueniev, del que me fascinaron sobre todo sus inolvidables personajes de los bosques rusos; el último libro de Gonzalo Calcedo, La chica que leía El viejo y el mar, del que estoy pendiente de escribir una reseña; y, sobre todo, los Nueve cuentos de Salinger, que me dejaron completamente fascinado y con ganas locas de volver a escribir ficción (estamos en ello jejejejeje). 

Pero no menos extraño ha sido que me haya dado por aventurarme entre las páginas de dos libros de filosofía dura, con, nada más y nada menos que Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche, que me leí casi por completo en los descansos entre series del gimnasio y del que quiero hacer un artículo de fragmentos sublimes porque, madre mía el colega, qué prosa poética se gastaba. La otra obra filosófica fue El amor, las mujeres y la muerte, de otro alemán, Arthur Schopenhauer, gran influencia de Azorín y otros noventayochistas. Es un librito maravillosamente escrito y que contiene ideas muy locas y sombrías. 

El resto de libros encajan en lo que sería una de las obsesiones de mi vida reciente, el desarrollo personal. Las gran decepción de este año sería Padre rico, padre pobre, que me resultó muy aburrido y repetitivo y que podría resumirse en una sola frase (no compres pasivos financieros, compra activos financieros). Sin embargo, la mayoría fueron lecturas valiosas que voy a recomendar sin extenderme demasiado: Cómo ganar amigos e influir en las personas (extremadamente útil, aunque con enormes cantidades de relleno evitable, quizá merezca más la pena ver video-resúmenes que leerlo); Imbatible, de Tony Robins, una joya al que le dediqué esta reseña; La medusa inmortal, de Nick Brendborg, que es muy interesante para leerlo como libro de divulgación científica pero que acepta una lectura muy valiosa como libro para la optimización de la salud. Por último, quiero mencionar dos obras que necesito volver a leer detenidamente tomando amplias notas: El paradigma, de Bob Proctor y El camino del hombre superior, de David Deida.

Quiero cerrar comentando que este año voy a pasar de plantearme muchos objetivos de lectura, ya que el año pasado me confeccioné una lista de unos veinte títulos de los cuales apenas llegué a atacar tres o cuatro. Creo que mejor voy a dejar que la cosa fluya, aunque hay ciertas obras que tengo en el punto de mira. Debería leer la Odisea y la Divina comedia ya de una vez, pero no sé si lo haré. En estos momentos estoy obsesionado con la narrativa breve y ando leyendo a Hemingway, Alice Munro, Tobias Wolff... y espero ir pronto a por Cheever, Chejov, relecturas de Carver y Bukowski, seguir profundizando en la obra Gonzalo Calcedo, explorar los cuentos completos de Carson McCullers, de Flannery O'Connor, de Soledad Puertolas, de Shirley Jackson, de Ignacio Aldecoa, unas veinte antologías variadas que he ido acumulando en mi estantería, desde cuentos rusos a cuentos tradicionales españoles pasando por magazines de misterio o relatos de fantasmas, cuentos medievales, leyendas ecuatorianas... 

Veremos cómo queda finalmente el balance lector de 2025, dentro de un año lo descubriremos. 

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