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2/5/25

Interpretar el temblor: una lectura íntima de Smells Like Teen Spirit

En septiembre de 1991, una canción se convirtió de forma inesperada en un fenómeno cultural. Smells Like Teen Spirit, el sencillo de apertura del álbum Nevermind, transformó a Nirvana de simple banda underground a voz generacional casi de la noche a la mañana. Y, sin embargo, su autor principal, Kurt Cobain, parecía no sentirse cómodo con ese estatus. «Solo me burlo de la idea de tener una revolución. Pero es una buena idea», dijo en una entrevista, resumiendo adecuadamente el tono de la canción: algo que se dice con ironía, pero sin renunciar del todo a su poder.

Este tipo de ambigüedad, esta resistencia a ofrecer un mensaje claro, es precisamente lo que permite que Smells Like Teen Spirit siga siendo objeto de debate. En una clase de hermenéutica, escuché algo que al principio me descolocó: «toda interpretación es válida siempre que esté bien argumentada, independientemente de lo que quiso decir el autor del texto». Me pareció entonces una invitación al caos, pero con el tiempo he aprendido a verla como una defensa de la libertad lectora. El sentido de una obra no está encerrado en la cabeza de quien la escribió, sino que emerge, siempre de nuevo, en el encuentro entre texto y lector. O entre canción y oyente.

Como ejemplo de esta apertura interpretativa, me propongo compartir una hipótesis personal sobre Smells Like Teen Spirit, alejada de las lecturas más habituales. No espero que coincida con la intención de Cobain, tan solo pretendo mostrar que, si se atiende a ciertas claves simbólicas del texto, es posible leer la canción como una representación del miedo, especialmente masculino, al fracaso sexual. O, dicho sin rodeos, como una metáfora del gatillazo y del pánico que lo rodea, sobre todo en las primeras experiencias sexuales.

Esta lectura se descubre ya desde el título. Smells Like Teen Spirit nació de un malentendido: Kathleen Hanna, cantante de Bikini Kill, escribió en una pared «Kurt huele a Teen Spirit», refiriéndose al desodorante de una marca popular. Cobain, que no conocía el producto, creyó que era un mensaje subversivo, un eslogan revolucionario. Desde su origen, pues, el título ya funciona como símbolo hermenéutico: algo que se interpreta en un sentido diferente al original. Lo que Hanna expresó con humor íntimo, Cobain lo recibió como mensaje generacional. Esa distancia entre lo que se quiso decir y lo que se entendió es la misma que abre la puerta a mi propia lectura.

En cuanto a la canción en sí, hay varias frases que permiten pensarla en clave sexual. El verso «With the lights out, it’s less dangerous» sugiere que el deseo, o la exposición, asusta menos en la oscuridad. No ser visto equivale a no ser juzgado, y eso es especialmente relevante si uno teme fallar. Por su parte, «Here we are now, entertain us» puede leerse como una ironía cruel: el mandato de hacer disfrutar al otro, la presión de rendir, la expectativa de complacer como si el sexo fuera una actuación. Hay una incomodidad en esa frase que no desaparece con la repetición: parece una orden disfrazada de broma.

Pero donde la canción alcanza su mayor potencia simbólica es en el célebre y críptico verso «A mulatto, an albino, a mosquito, my libido». Tradicionalmente, se lo ha interpretado como una acumulación surrealista de imágenes absurdas, casi como un desvarío fonético. Pero si se lee como una definición poética del deseo —«mi libido es…»— entonces cada imagen adquiere un peso propio. El mulato es indefinición, mezcla: ni blanco ni negro. El albino es hipersensible, incapaz de exponerse a la luz sin sufrir. El mosquito es pequeño, molesto, nocturno, más símbolo de irritación que de potencia. En conjunto, configuran una libido frágil, confusa, torpe. No la fuerza viril del erotismo clásico, sino una pulsión debilitada, insegura, casi patética. Justo lo que podría sentir alguien ante el miedo al gatillazo: deseo hay, pero también ansiedad, vergüenza, expectativas que paralizan.

Incluso el tono general de la canción, entre la rabia, la desgana y la ironía, refuerza esta lectura. No hay euforia sexual, sino ruido y distorsión. No hay seducción, sino torpeza estridente. Cobain canta como quien se burla de sí mismo, como quien no se siente dueño de lo que le pasa. La melodía es adictiva, pero está envuelta en un caos emocional que nunca se resuelve.

Podría decirse mucho más sobre el resto de la letra («una negación», «me siento estúpido y contagioso», «cuan bajo», «Y aún olvido cuál es el sabor», «ella está demasiado aburrida y segura de sí misma», etc., etc.) pero tampoco es cuestión de extender este artículo más de lo necesario. Simplemente, frente a quienes sostienen que la letra de Smells Like Teen Spirit no dice nada, propongo una lectura que intenta rescatar un posible sentido desde esa misma contradicción. No es necesario que Cobain pensara en el gatillazo cuando escribió su himno. Basta con que nosotros, al escucharla hoy, encontremos ahí una resonancia de nuestras propias inseguridades, deseos y temores. Como decía Gadamer, interpretar no es desenterrar una verdad oculta, sino participar en la construcción de un nuevo sentido.

Y en ese sentido, esta canción, leída como un retrato del miedo masculino al fracaso sexual, sigue siendo profundamente adolescente. Porque ser adolescente —como lo sugiere Smells Like Teen Spirit— no es tanto rebelarse contra el mundo como sentir que tu cuerpo, tus deseos y tu voz te fallan justo cuando más necesitas que funcionen.

14/7/24

Las 10 mejores canciones de los Beatles que no son tan, tan, tan conocidas como Yesterday y demás

Enrollarse demasiado hablando sobre los Beatles puede resultar superfluo y cansino, pues todo el mundo sabe de sobra que fueron los putísimos amos, en esencia por haber compuesto una cantidad demencial de canciones impresionantemente buenas, convirtiéndose en la banda más influyente de la historia, mostrando una increíble evolución artística y, por si fuera poco, haciéndolo todo en menos de una década. 

Por eso, por ser tan importantes y famosos, resulta ya muy difícil escribir algo original o interesante o diferente sobre ellos, pero como yo los quiero tanto y nunca les he dedicado ningún artículo (aunque sí un vídeo) hoy me encuentro aquí tratando de reconciliar esas dos pulsiones. 

Así pues, he decidido crear esta lista con las 10 mejores canciones de los Beatles pero que no sean las 10 típicas que aparecerían en cualquier lista, como por ejemplo YesterdayIn my lifeSomethingHey JudeHelpHere comes the sunLet it be, Across the UniverseWhile my guitar gently weeps Strawberry fields forever (esta sería una lista de la que el 90% de los fans seleccionaría el 80% de los temas, no tengo ni pruebas ni dudas)

Vamos allá con mi lista personalísima, subjetivísima, parcialísima y peculiarísima de las 10 mejores canciones de The Beatles (eliminando las que son las mejores para casi todo Cristo). Debo decir que me he forzado un poco seleccionando menos canciones de McCartney de las que me habría gustado y más canciones de los cinco primeros discos de lo que habría preferido, todo ello en pos de la variedad. 


MISERY, 1963 (PLEASE, PLEASE ME)

Es el segundo tema del primer disco de los Beatles, una canción animada y pegadiza aunque triste y melancólica. La verdad es que a mí me ha gustado mucho desde que la escuché y siempre he recurrido a ella cuando he querido torturarme un poco a causa de alguna de mis frecuentes fracturas cardiacas. Con sus menos de dos minutos de duración, se convirtió en una de las canciones más breves de la banda y, además, fue la primera en ser versionada por otro artista, ya que Kenny Lynch la grabó en el mismo año que sus autores. Otros músicos que la versionaron fueron The Flamin' Groovies y la banda serbia Eva Braun

I´LL FOLLOW THE SUN, 1964 (BEATLES FOR SALE)

Esta bellísima canción fue compuesta por un mocoso McCartney (sí, tenía 16 años y la gripe, el adjetivo no puede ser más preciso) mientras se echaba un cigar en el el salón de su casa. La preciosa y nostálgica melodía sirve como perfecto telón de fondo para la letra, que narra el testimonio de un hombre que va a poner fin a una relación medio arruinada para poder alcanzar la felicidad. La metáfora del sol es poesía pura y sorprende que haya sido desarrollada de un modo tan magistral y económico por un adolescente constipado. La canción fue destrozada por un tal Sandro, que grabó una lamentable versión en español cambiando por completo la letra, convirtiéndola en una pastelada romántica del montón. Otros homenajes mucho más dignos fueron la versión acústica de Chet Atkins y la propuesta de Hailey Brinnel acompañada de contrabajo.

I´VE JUST SEEN A FACE, 1965 (HELP!)

Otro ejemplo paradigmático de la genialidad del maestro Macca es esta inspiradora canción de amor a la que he recurrido mucho también, pero en este caso, durante mis inhabituales momentos de felicidad afectiva. Su letra constituye toda una oda al flechazo, mostrando a un protagonista eufórico y esperanzado que ha caído rendido bajo el hechizo de la belleza de una chica a la que apenas acaba de ver. Su frenético ritmo country y western favoreció que varias bandas de bluegrass como The Dillards la versionasen metiéndole banjos y violines.


THINK FOR YOURSELF, 1965 (RUBBER SOUL)

Este es uno de los temazos con los que el bueno de George trataba dignamente de abrirse paso entre los dos titanes de la composición que tenía por compañeros de banda. Destaca por su sonido experimental y por su letra que fomenta el pensamiento crítico y/o de cuestionamiento del poder, siendo una de las primeras composiciones de la banda en dejar totalmente de lado los temas amorosos. No ha sido una canción muy versionada pero he encontrado esta interesante propuesta soul de Cory Henry.


RAIN, 1966 (PAST MASTERS)

Esta maravillosa canción, densa y pausada, con un pletórico Ringo Star haciendo magia a la batería, con voces grabadas al revés y con nada menos que tres vídeos, claramente precursores de los llamados videoclips (Harrison llegó a decir que ellos inventaron la MTV), nunca fue número uno y, además, salió publicada como cara B de Paper back writer (¿la mejor cara b de toda la putísima historia? Sí). La carga simbólica de la lluvia es amplia y diversa, pero, a mi modo de ver, aquí Lenon la emplea magistralmente para lanzar un poderoso mensaje estoico. La gente se queja de la lluvia y se queja del sol, se queja de todo, pero todo es cuestión de enfoque. Si llueve, está bien, si no, también. Ha sido versionada por grupos como U2 o Allman Brothers, pero solo he encontrado esta propuesta curiosa de Humble Pie.

FOR NO ONE, 1966 (REVOLVER)

Triste y melancólica donde las haya, esta breve y exquisita pieza de pop barroco fue la primera canción de la banda que se grabó con cero participación de Lenon y Harrison, aunque contó para el inolvidable solo de trompa con Alan Civil, quien era a la sazón uno de los mejores intérpretes de este instrumento (Paul tuvo el cuajo de decirle que podía hacerlo mejor). En la letra, McCartney vuelve a ofrecer una variación del tema del desamor, centrándose esta vez en esos momentos trágicos en los que empiezas a olerte que la churri barrunta mandarte a hacer gárgaras pero tú todavía la quieres demasiado, ay. Elvis Costello dijo que es su canción favorita de The Beatles, y supongo que la habrá versionado, pero he preferido compartir esta relajante propuesta instrumental de Steve Dawson.

WHITH A LITLE HELP FROM MY FRIENDS, 1967 (SGT. PEPPER´S LONELY HEARTS CLUB BAND)

Es una de las pocas canciones de la banda cantada por Ringo y una de las pocas obras maestras de la historia que cuenta con una versión que le hace mucha sombra, tanta que casi, casi, llega a taparla. Hablo de la impresionante pieza lanzada por Joe Cocker, sí, esa que logra remover cada fibra de tu alma cuando suena y trae a tu mente la apertura de Aquellos maravillosos años (esta información solo tendrá sentido para mayores de cuarenta castañas). Aun así, la original de los Beatles no deja de ser una canción formidable, con una melodía fresca y radiante y un mensaje absolutamente inspirador y muy necesario: puede que estés jodido, pero con la ayuda de tus panitas saldrás adelante (al menos, la mayor parte de las veces). 

MARTHA MY DEAR, 1968 (WHITE ALBUM)

Un día me enteré de que está canción no estaba dedicada a una chica, como podría parecerlo en un principio, sino a Martha, una perrita que pasó toda su vida junto a Paul McCartney, desde 1966 hasta 1981, y yo, que he perdido ya a tantos gatitos, me sentí como si se me hubiese metido algo en el ojo (un cactus, quizá). Para grabar esta conmovedora y alegre composición, Paul sudó de su grupo, tocó el bajo, el piano, la guitarra y la batería y se rodeó de una orquesta formada por 15 personas que le imprimieron a la pieza ese característico sonido beatlesco basado en cuerdas y viento-metal. Se han hecho unas cuantas versiones pero me ha llamado la atención esta de Fools Garden, los de la canción Lemon tree, que siempre me recordó levemente a los Beatles, no sé por qué.

THE END, 1969 (ABBEY ROAD)

Sin ser una de las canciones más memorables de la banda, posee ciertas particularidades que la hacen muy especial. Y es que The end fue el último tema que los cuatro beatles grabaron juntos estando todos vivos, aunque apareciese en el penúltimo disco y detrás de ella se incluyese Her majesty. Este hecho hace que sea algo más que una canción, convirtiéndola en una especie de epitafio que condensa el legado y la trayectoria de la banda. Su estructura compleja y cambiante nos va transportando poco a poco, ofreciéndonos por el camino el regalo de cuatro solos instrumentales, uno por cada miembro de la banda, y dejándonos abruptamente sumidos en el apoteósico colofón en el que se combinan los sonidos de la orquesta y una última virguería de Harrison para proyectar al universo la sabiduría y esperanza de un aforismo idealista y pragmático a la vez: el amor que recibes es igual al amor que das. Afortunadamente no he encontrado versiones de The end

NOW AND THEN, 2023

Cincuenta y tres años después de la disolución de la banda y cuarenta y tres años después del asesinato de Lenon (Chapman, hijo de puta, arderás en infinitos infiernos por toda la eternidad) nos llegó otra nueva última canción de los Beatles. Y es que, la magia de la tecnología puesta en manos del director Peter Jackson permitió que se limpiase la voz de John de una cutrísima grabación casera de un temazo inédito que había compuesto en 1977. Paul, George y Ringo trataron de recuperarla en 1995, tal y como hicieron con Free as a bird y Real love, pero resultó imposible. Finalmente, el enérgico Macca retomó el proyecto junto a Ringo, mezclaron sus nuevas aportaciones con la voz de Lenon y algunas grabaciones de la guitarra de Harrison y pudieron ofrecernos esta joya elegante y melancólica que los fans agradecimos como Aquarius en el desierto. 

Cierro este artículo animándoos a echarle un ojo al pequeño documental que se hizo sobre la historia de este maravilloso regalo que nos ha llegado desde aquellos felices días en que nuestro querido John se encontraba todavía entre nosotros y parecía tener una larga vida por delante.