FRUSTRADO
CAPRICHOS
FRACTURA CARDIACA
NIÑO
AMOR IMPOSIBLE
EL COBRADOR SIN FRAC
LECHO DE MUERTE
CONVERSACIÓN
MUDANZA
¿ESTAMOS TODOS MUERTOS?
FRUSTRADO
CAPRICHOS
FRACTURA CARDIACA
NIÑO
AMOR IMPOSIBLE
EL COBRADOR SIN FRAC
LECHO DE MUERTE
CONVERSACIÓN
MUDANZA
¿ESTAMOS TODOS MUERTOS?
Lo que encontré en los tres primeros relatos fue, sencillamente, una revelación. El primero me pareció excelente; el segundo, aún mejor; y el tercero, pese a que Olmos aseguraba no haber podido terminarlo, a mí me pareció casi a la altura de los anteriores. Aquel libro se había convertido en uno de esos hallazgos raros que aparecen de vez en cuando: una obra que no solo lees, sino que te persigue mientras no estás leyendo. Te acompaña en el metro, en el ascensor, mientras mueres de tedio en la oficina. Y uno piensa: ojalá todos los libros fueran así, ojalá este no se acabe nunca.
Por desgracia, a partir del cuarto relato, lo que había sido una experiencia literaria estimulante, casi hipnótica, se convirtió en algo muy distinto: una sucesión de textos mediocres que no me dejaron absolutamente nada. Ni ideas, ni preguntas, ni siquiera una frase rescatable. No me conmovieron, no me hicieron pensar, no me interesaron. Fue como si los hubiera escrito otro autor, uno sin inspiración, sin urgencia, sin necesidad de contar nada.
Y la diferencia no era menor. Los tres primeros cuentos tenían una precisión asombrosa: conflictos morales nítidos, anagnórisis profundas pero naturales, un equilibrio de tono que hacía que cada palabra tuviera su lugar. Ni una coma sobraba. Eran piezas cerradas, limpias, cargadas de resonancia. El resto, sin embargo, parecía el resultado de una estrategia editorial: tres relatos brillantes y seis añadidos de relleno para poder publicar un libro. Porque Schlink es Schlink, y a un autor consagrado se le publica todo.
De hecho, sospecho que si hubiera empezado el libro por alguno de esos cuentos mediocres, no me habrían indignado tanto. Pero existe el fenómeno del horizonte de expectativas, y los tres primeros relatos colocaron ese horizonte muy, muy alto. El contraste fue brutal. Donde antes había descubrimiento y profundidad, ahora había escenas inverosímiles, descripciones inútiles y momentos que llegaron a provocarme auténtica vergüenza ajena.
En definitiva, la decepción fue tan grande que lo único que puedo deciros es que no perdáis la oportunidad de leer los tres primeros cuentos y que tampoco perdáis ni un segundo en leer los seis siguientes.
RUTINA
K despierta y desayuna un bol de gusanos con leche de cucaracha. Después va al trabajo y ejecuta a cinco hostiles. Más tarde, vuelve a casa y se introduce en su cabina de realidad virtual pornográfica durante cuatro horas antes de irse a dormir.
Hoy tampoco anota nada en su diario.
DÍA ARRUINADO
Hoy caminaba por la calle y un recluso de las cloacas me ha agarrado del tobillo. «¡Ayuda! ¡Por favor!¡Soy inocente!», gritaba el muy asqueroso. Le he tenido que pegar un tiro y me he puesto perdido de sangre.
COMPRAS
Voy al supermercado y recorro pasillos y más pasillos repletos de productos básicos: comida, drogas, baterías cerebrales… Elijo un kit de suicidio y vuelvo a casa.
MERCADO NEGRO
Consiguió un saquito de fresas por un dineral, aunque algunas estaban podridas. Nunca antes había visto fruta; tampoco gusanos.
MUCHO MENOS
Los niños mutantes me perseguían cada tarde para que jugase con ellos al fútbol.
—¡Dejadme en paz! —les gritaba—. No me gusta el fútbol. ¡Y mucho menos los niños!
PROGRAMACIÓN
Aquella tarde me encontraba haciendo zapping y vi que no emitían nada más que peleas a muerte y violaciones en directo. Entonces lo pensé. Dios mío, ¿cómo podemos permitir algo así? ¿Tan difícil es ofrecer un poco de variedad?
CONDICIONES
He encontrado trabajo como neogladiador. El contrato es hasta fin de obra, servicio o vida.
INTERVENCIONISMO
El Banco Central anunció una importante subida en el precio del aire justo el día en que me despidieron del trabajo.
INCENTIVOS
Las cosas en el curro están mejorando mucho últimamente, sí señor. Ahora el jefe me paga dos litros de agua por cada niño que secuestro.
MÁXIMA AUDIENCIA
Nuestro último gran éxito se llama Salvación, un reality show en el que solo participan criminales. El premio para el ganador consiste en la obtención del tercer grado. Cada semana, los espectadores envían a un concursante a la silla eléctrica votando a través de la app del programa.
MATADERO SEIS
Llega al trabajo y observa a los niños aterrorizados, llorando sin consuelo. Suspira. Hasta dentro de dos horas no podrá hacer una pausa para fumar.
ÚLTIMA OPORTUNIDAD
Corría desesperada por una ruinosa avenida. Un inmenso grupo de hombres la perseguía sin descanso. Ella era la última mujer de la Tierra.
Una tarde, me encontraba administrando mi perfil de Wallapop cuando, de repente, empecé a recibir notificaciones. Parecía que todo el mundo se había vuelto loco por comprar un libro se Stephen King que a mí no me sonaba de nada y que acababa de poner a la venta por cinco euritos. Totalmente desconcertado, me puse a buscar por Internet y resultó que esa obra, titulada Rabia, llevaba años descatalogada. Entonces, busqué la novela en el mismo Wallapop y descubrí maravillado que nadie la estaba vendiendo por menos de cien euros.
Desde aquel día, siempre efectúo pequeños estudios de mercado antes de subir un artículo y, la verdad, a lo largo de mis años como vendedor de libros de segunda mano, me he encontrado con obras muy cotizadas por lo peregrino de su contenido o por la dificultad que suponía hacerse con ellas, a pesar de tener mucha demanda. La lista que os ofrezco a continuación contiene lo más extraño y caro que yo haya vendido nunca por Wallapop de entre los, literalmente, centenares de libros que he despachado.
Aprovecho la ocasión para animaros a visitar mi perfil en esta aplicación (lo tienes también en un banner a la derecha) que ya considero como una parte esencial de mi identidad. Encontraréis una gran variedad de libros que renuevo con frecuencia y, por lo general, a un precio más bajo que en cualquier otro perfil.
Rabia, Stephen KingPublicado como Richard Bachman, fue retirado por el propio autor tras varios tiroteos escolares vinculados a su trama. Esa decisión lo convirtió en un libro maldito y muy buscado por coleccionistas. Su escasez explica que pueda venderse por más de 100 euros.
Secretos y virtudes de las plantas medicinales
Publicado por Selecciones del Reader's Digest en 1980, es un volumen enciclopédico de gran formato que ofrece descripciones detalladas de plantas y sus aplicaciones terapéuticas. Aunque no es una obra extremadamente rara, su edición cuidada y su contenido exhaustivo la hacen valiosa para coleccionistas y aficionados a la fitoterapia. Gracias a ello pude venderlo por 75 euros.
Caciques y ladrones. Rafael García Casero
Es una obra que recopila anécdotas y datos sobre el caciquismo y la actividad de bandoleros como Vivillo, Pernales, Soniche y Vizcaya. Aunque no es especialmente raro, su enfoque histórico y su interés para coleccionistas justifican su venta por 25 euros, a pesar de ser bastante breve.
Shantaram. Gregory David Roberts
Novela de culto basada en la vida del autor: un fugitivo australiano que encuentra redención en los bajos fondos de Bombay. La edición española, con más de 1100 páginas, está descatalogada y es difícil de encontrar. La regalé por 22 eurillos.
Estrategia y táctica de la propaganda inglesa de guerra. Dr. Wilhelm von Kries
Es un panfleto publicado en 1944 por el Servicio Alemán de Información. El texto analiza las técnicas de propaganda británicas desde una perspectiva alemana, con el objetivo de desacreditarlas y contrarrestar su influencia. Su valor reside en ser un documento histórico que refleja la guerra psicológica y mediática de la época. Su rareza y relevancia para coleccionistas de material de la Segunda Guerra Mundial justificaban un precio elevado, pero lo dejé en 22 tristes euros. Juro que no recuerdo de dónde narices lo saqué.
Pruebas sin corregir de Inés y la alegría. Almudena GrandesEste libro puede conseguirse por 2 o 3 euros en el mismo Wallapop, pero yo me encontré una prepublicación o pruebas sin corregir no destinada a la venta y me la quitaron de las manos por 20 euros.
Realidad virtual. L. Casey Larijani
Publicado en 1995, ofrece una visión general de la tecnología disponible en ese momento. Dado su enfoque técnico y la evolución rápida del campo, el contenido puede considerarse desactualizado pero el interés que puede despertar para quienes estudian la historia de la realidad virtual me permitió venderlo por 15 euros.
El danzarín y la danza. Andrew Holleran
Es una novela clave de la literatura gay post-Stonewall. La obra captura con lirismo y melancolía una época de libertad y hedonismo previa a la crisis del sida. Su edición en español, publicada por Argos Vergara en 1981, es difícil de encontrar, lo que la convierte en una pieza codiciada por coleccionistas y lectores interesados en la historia del movimiento LGTB, lo que me permitió venderla por 15 euros a pesar de ser un ejemplar de bolsillo con muchas señales de uso.
El asno de oro. Apuleyo
Es la única novela latina que ha llegado completa hasta nosotros. Puede conseguirse fácil por un euro, pero yo tenía la edición de la colección Clásicos Gredos, con su traducción rigurosa y notas filológicas, muy valorada por estudiantes y amantes del mundo clásico, y la regalé por 15 euros.
Trading en la zona. Mark Douglas
Obra fundamental en el ámbito del trading y la psicología del inversor. Publicado originalmente en 2000, el libro aborda la importancia de la disciplina mental y la gestión emocional en los mercados financieros. Es muy difícil de encontrar, por lo que pude venderlo por 15 euros, aunque por ahí lo tienen hasta por 40.
Este tipo de ambigüedad, esta resistencia a ofrecer un mensaje claro, es precisamente lo que permite que Smells Like Teen Spirit siga siendo objeto de debate. En una clase de hermenéutica, escuché algo que al principio me descolocó: «toda interpretación es válida siempre que esté bien argumentada, independientemente de lo que quiso decir el autor del texto». Me pareció entonces una invitación al caos, pero con el tiempo he aprendido a verla como una defensa de la libertad lectora. El sentido de una obra no está encerrado en la cabeza de quien la escribió, sino que emerge, siempre de nuevo, en el encuentro entre texto y lector. O entre canción y oyente.
Como ejemplo de esta apertura interpretativa, me propongo compartir una hipótesis personal sobre Smells Like Teen Spirit, alejada de las lecturas más habituales. No espero que coincida con la intención de Cobain, tan solo pretendo mostrar que, si se atiende a ciertas claves simbólicas del texto, es posible leer la canción como una representación del miedo, especialmente masculino, al fracaso sexual. O, dicho sin rodeos, como una metáfora del gatillazo y del pánico que lo rodea, sobre todo en las primeras experiencias sexuales.
Esta lectura se descubre ya desde el título. Smells Like Teen Spirit nació de un malentendido: Kathleen Hanna, cantante de Bikini Kill, escribió en una pared «Kurt huele a Teen Spirit», refiriéndose al desodorante de una marca popular. Cobain, que no conocía el producto, creyó que era un mensaje subversivo, un eslogan revolucionario. Desde su origen, pues, el título ya funciona como símbolo hermenéutico: algo que se interpreta en un sentido diferente al original. Lo que Hanna expresó con humor íntimo, Cobain lo recibió como mensaje generacional. Esa distancia entre lo que se quiso decir y lo que se entendió es la misma que abre la puerta a mi propia lectura.
En cuanto a la canción en sí, hay varias frases que permiten pensarla en clave sexual. El verso «With the lights out, it’s less dangerous» sugiere que el deseo, o la exposición, asusta menos en la oscuridad. No ser visto equivale a no ser juzgado, y eso es especialmente relevante si uno teme fallar. Por su parte, «Here we are now, entertain us» puede leerse como una ironía cruel: el mandato de hacer disfrutar al otro, la presión de rendir, la expectativa de complacer como si el sexo fuera una actuación. Hay una incomodidad en esa frase que no desaparece con la repetición: parece una orden disfrazada de broma.
Incluso el tono general de la canción, entre la rabia, la desgana y la ironía, refuerza esta lectura. No hay euforia sexual, sino ruido y distorsión. No hay seducción, sino torpeza estridente. Cobain canta como quien se burla de sí mismo, como quien no se siente dueño de lo que le pasa. La melodía es adictiva, pero está envuelta en un caos emocional que nunca se resuelve.
Podría decirse mucho más sobre el resto de la letra («una negación», «me siento estúpido y contagioso», «cuan bajo», «Y aún olvido cuál es el sabor», «ella está demasiado aburrida y segura de sí misma», etc., etc.) pero tampoco es cuestión de extender este artículo más de lo necesario. Simplemente, frente a quienes sostienen que la letra de Smells Like Teen Spirit no dice nada, propongo una lectura que intenta rescatar un posible sentido desde esa misma contradicción. No es necesario que Cobain pensara en el gatillazo cuando escribió su himno. Basta con que nosotros, al escucharla hoy, encontremos ahí una resonancia de nuestras propias inseguridades, deseos y temores. Como decía Gadamer, interpretar no es desenterrar una verdad oculta, sino participar en la construcción de un nuevo sentido.
Y en ese sentido, esta canción, leída como un retrato del miedo masculino al fracaso sexual, sigue siendo profundamente adolescente. Porque ser adolescente —como lo sugiere Smells Like Teen Spirit— no es tanto rebelarse contra el mundo como sentir que tu cuerpo, tus deseos y tu voz te fallan justo cuando más necesitas que funcionen.
En Cuentos y cuentistas. El canon del cuento, Harold Bloom selecciona y analiza relatos de autores que, según su criterio, definen la esencia del género. Desde Poe y Andersen hasta Borges y Cheever, el crítico selecciona autores cuyos relatos destacan por su intensidad, ambigüedad y profundidad psicológica. Más que una simple antología, el libro se convierte en una reflexión sobre la capacidad del cuento para condensar significados complejos en un espacio breve.
Si bien su selección puede ser debatida, Bloom defiende que los cuentos memorables combinan estilo y trascendencia. Su ensayo invita a pensar qué hace que un cuento sea perdurable, convirtiéndose en una lectura fundamental para quienes buscan comprender la evolución y la riqueza del género.
Con objeto de facilitar a los lectores la tarea de explorar la obra de estos treinta y nueve maestros del relato, he decidido buscar y enlazar en la siguiente lista un cuento lo más breve posible de cada uno de ellos. Pueden leerlos gratis en internet pinchando en el título de cada cuento. Si pulsan en el nombre del autor, accederán a Amazon para comprar, si lo desean, un libro de cuentos de dicho autor y así colaborar con el sostenimiento de este proyecto. Espero que la disfruten.
El pescador y el pez dorado. Alexandr Puchkin. Con un estilo ágil y simbólico, el relato nos sumerge en un juego de deseos y castigos donde la humildad y la codicia se enfrentan. Su final, tan inevitable como revelador, convierte esta historia en una lección atemporal sobre la insatisfacción humana.
Las esposas de los muertos. Nathaniel Hawthorne. En este relato cargado de melancolía, el autor traza un delicado juego entre la pérdida y la esperanza en una noche de duelo. Con su estilo evocador, el cuento explora cómo la felicidad y la tragedia se pueden rozar sin llegar a tocarse.
Dentro de mil años. Hans Christian Andersen. Con una mirada irónica y melancólica, el cuento reflexiona sobre la fugacidad de las civilizaciones y la transformación del mundo ante el paso del tiempo. Un relato visionario que, desde el siglo XIX, anticipa la velocidad vertiginosa de nuestra era.
Sombra. Edgar Allan Poe. El autor crea una atmósfera opresiva donde la muerte y lo sobrenatural se confunden. En una noche de terror y peste, un grupo de hombres se enfrenta a una aparición imposible, cuya voz parece contener las de todos los muertos. Un cuento inquietante y enigmático.
Magia. Katherine Anne Porter. Una historia turbadora y oscura que explora la crueldad y el poder oculto en lo cotidiano. Con una narración envolvente y directa, se adentra sutilmente en lo sobrenatural, mostrando que lo más inquietante surge de la maldad humana y de fuerzas que escapan a toda explicación.
En la estación ferroviaria. Isaac Babel. Con un realismo crudo, este breve relato captura la dureza, la desesperanza y el absurdo en medio de una escena cotidiana. El humor negro, el caos y una cierta ternura grotesca reflejan la resignación de unos personajes atrapados en su propio destino.
Tiernamente adorables. F. Scott Fitzgerald. Este delicado relato mezcla la ternura con la melancolía, mostrando cómo los sueños y las ilusiones pueden erosionarse lentamente frente a la rutina y la adversidad. La narración, cargada de ironía sutil, nos deja entre la sonrisa triste y una reflexión amarga sobre la fragilidad de la felicidad.
El sacerdote. William Faulkner. Este relato introspectivo explora la lucha íntima entre el deseo carnal y la búsqueda espiritual con una intensidad conmovedora. El conflicto interno del protagonista se convierte en una reflexión universal sobre la fe, la duda y las pasiones humanas, narrado con una prosa densa y profunda que deja al lector sumergido en preguntas esenciales sobre el sentido de la existencia.
En el muelle de Esmirna. Ernest Hemingway. Breve, seco y desolador, este relato captura magistralmente el absurdo de la guerra desde la crudeza cotidiana. La frialdad del narrador, que describe horrores con indiferencia casi burocrática, intensifica aún más la conmoción del lector frente a la tragedia humana que apenas menciona.
Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874). Jorge Luis Borges. El escritor argentino convierte una biografía en revelación metafísica, donde el destino irrumpe en un instante decisivo y convierte a un hombre en sí mismo. El relato funde historia, mito y literatura con una maestría que invita a releer más que a entender. Una joya que vibra en múltiples niveles.
Desayuno al aire libre. John Steinbeck. Steinbeck convierte una escena sencilla en un momento de pura humanidad, donde la hospitalidad, el trabajo duro y la dignidad silenciosa se entrelazan con la belleza del amanecer. Un relato breve y luminoso que celebra la grandeza oculta en lo cotidiano.
Una cortina de follaje. Eudora Welty. En este relato denso y poético, la naturaleza se convierte en espejo de la pérdida, la soledad y el deseo reprimido. La protagonista, atrapada entre el duelo y la obsesión, se desborda como su jardín, hasta encontrar en la lluvia un descanso momentáneo. Una narración delicada y poderosa que fluye con la cadencia de lo no dicho.
Reunión. John Cheever. Con una prosa contenida pero cargada de emoción, este relato muestra el desencuentro entre un padre caótico y un hijo que empieza a entender su desilusión. A través de un almuerzo fallido, Cheever condensa una vida entera de distancia emocional. Breve, triste y memorable.
Cuando me jubile, dentro de un incierto y probablemente elevado número de años, me gustaría embarcarme en la homérica tarea de gestar un doctorado sobre la obra del que para mí es el mejor escritor español vivo: don Gonzalo Calcedo Juanes. Dicho doctorado podría estar ya en marcha si hubiese sido capaz acceder a una beca que me permitiera dejar mi trabajo, pero como semejante fantasía no pudo ser, nos toca esperar.
Así pues, como todavía no he podido sumergirme el la obra de este cuentista palentino con toda la minuciosidad que merece, no puedo asegurar que todos y cada uno de los libros de Gonzalo Calcedo posean un hilo conductor que enhebre las historias dotando de unidad al conjunto, pero sí estoy convencido que muchos de ellos lo tienen. A veces puede apreciarse un tema común, como los viajes (Esperando al enemigo) o la adolescencia (Las inglesas) o una epidemia global (Como ánades); otras veces podemos hablar más bien de elementos de ambientación, como las condiciones climáticas (Temporada de huracanes) o la ciudad en la que se desarrollan los cuentos (El prisionero de la Avenida Lexington). Sin embargo, en algunas ocasiones nuestro autor elige un distintivo formal a la hora de agrupar sus relatos, como por ejemplo a la extensión de estos. Así sucedió en La carga de la brigada ligera, una colección de cuentos bastante largos (unas cuarenta páginas cada uno) y así sucede también en el último libro publicado por nuestro autor hasta la fecha, La chica que leía El viejo y el mar, solo que en esta ocasión Calcedo nos ofrece un conjunto de historias más breves de lo habitual, nada menos que diecinueve narraciones de menos de diez páginas cada una en promedio.
Adentrarnos entre las páginas de este libro nos permite descubrir que don Gonzalo mantiene muy elevado el nivel de su narrativa tras casi treinta años de carrera. Cada una de sus historias nos ofrece la posibilidad de echar un breve vistazo a las vidas de personajes solitarios y melancólicos que se cruzan con individuos similares a ellos y que, en esos encuentros providenciales, hacen saltar chispas que prenden la magia de la realidad. Son historias altamente cinematográficas, cargadas de significado, creadas con la bellísima prosa que constituye el sello distintivo de nuestro autor, cuya observación analítica y precisa de la existencia consigue arrancar grandiosidad y lirismo hasta del más insignificante detalle de nuestro mundo.
No pierdan más tiempo y lean este libro inolvidable. Acompañen a un tipo que saca continuamente cafés en una máquina del aeropuerto para calentarse las manos; a una mujer que roba flores por amor; a un padre que recurre a su hijo para evitar un piquete; a un anciano que acoge a un gato perdido; a un pasajero de avión que descubre algo muy personal de la joven que viaja a su lado; y a muchos, muchos otros personajes fascinantes que iluminarán su corazón durante el tiempo que tarden en leer un puñado de páginas.
Créanme si les digo que no se arrepentirán.
Ya está disponible el tercer episodio de Verba Latentia Podcast. En esta ocasión hablaremos del símil homérico. Esperamos que disfruten escuchándolo y les recordamos que agradecemos profusamente cualquier tipo de apoyo en forma de comentario, me gusta, difusión o cualesquiera que tengan a bien brindarnos.
—Homero, amado mío, bienvenido a tu hogar. ¿Cómo te encuentras?
—Como cuando en un silencioso paraje de un bosque umbrío irrumpe un monstruoso jabalí, de albos colmillos y curvas mandíbulas que, asediado por las dentelladas de los perros, de frondosos pelajes, y por los dardos de los cazadores, de inquebrantable empeño, huye desesperado tratando de salvar su vida y justo entonces Zeus Crónida, que las nubes reúne, decide desatar una oscura tormenta sobre la tierra, desde la cual se precipitan fragorosos rayos sobre los árboles, de recias copas, y uno de esos rayos arranca de raíz un poderoso roble, el cual, en su caída, golpea al jabalí en los cuartos traseros, astillando sus huesos al tiempo que, a pocos metros de allí, un caudaloso río se desborda, arrastrando toneladas de rocas y de lodo, y arrambla con los animales contendientes, provocando la muerte del jabalí por ahogamiento a la vez que sufre las mordidas letales de los cánidos y el dolor insoportable de las extremidades quebrantadas, así es como yo me encuentro.
—Vamos, que sigues estreñido.
—Eso es.
NOTA: Este texto trata de hacer humor por contraste al situar a Homero, autor de la Ilíada y la Odisea, en un contexto rebosante de cotidianidad. El largo párrafo relatado por el aedo constituye un recurso estilístico llamado precisamente símil homérico en su honor. Por supuesto, también pretende ser un humilde homenaje a tan eximia y épica figura de las letras universales.
Si te ha gustado este microrrelato, te recomiendo mi libro PULSACIONES. Puedes comprarlo en este enlace.
El recientemente finiquitado año 2024 ha resultado increíblemente positivo para mí, sobre todo porque me ha dispensado cantidades muy pequeñas de problemas y de sufrimiento. Esperemos que 2025 siga su estela en ese sentido.
Centrándonos en la lectura, que es la cuestión que nos atañe ahora, se puede decir que ha sido bastante flojo, ya que me he leído tan solo 25 libros, cuando otros años la cifra suele andar más cerca de los 35. En cualquier caso, es más del doble que la media nacional (que supuestamente está en 10 libros al año, aunque yo no me la creo, e intuyo que será más bien de cero coma algo) y también es una pequeña fracción de lo que devoran los superlectores, esa gente superior.
Ha sido un año atípico también en el hecho de que, de verdad, no sé por qué, me he desentendido bastante de las bellas letras, no leyendo ninguna obra de teatro ni ningún poemario, y realizando tan solo ocho incursiones en el terreno de la narrativa, con dos novelas y seis libros de relatos. Las novelas fueron, La voluntad, de Azorín, de la que destaca su prosa sublime y sus reflexiones existencialistas, y En una noche oscura salí de mi casa sosegada, del premio Nobel austriaco Peter Handke, que me leí porque me la encontré en el trabajo y me llamó la atención, al ser su título un verso de San Juan de la Cruz (Handke es un reconocido hispanófilo). Es una obra misteriosa y surrealista que no recomendaría a todo el mundo, pero que yo no me arrepiento en absoluto de haber leído. En cuanto a los libros de relatos, destacan Madrid, Nebraska, al que dediqué este artículo; La reliquia viviente, de Turgueniev, del que me fascinaron sobre todo sus inolvidables personajes de los bosques rusos; el último libro de Gonzalo Calcedo, La chica que leía El viejo y el mar, del que estoy pendiente de escribir una reseña; y, sobre todo, los Nueve cuentos de Salinger, que me dejaron completamente fascinado y con ganas locas de volver a escribir ficción (estamos en ello jejejejeje). Pero no menos extraño ha sido que me haya dado por aventurarme entre las páginas de dos libros de filosofía dura, con, nada más y nada menos que Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche, que me leí casi por completo en los descansos entre series del gimnasio y del que quiero hacer un artículo de fragmentos sublimes porque, madre mía el colega, qué prosa poética se gastaba. La otra obra filosófica fue El amor, las mujeres y la muerte, de otro alemán, Arthur Schopenhauer, gran influencia de Azorín y otros noventayochistas. Es un librito maravillosamente escrito y que contiene ideas muy locas y sombrías.El resto de libros encajan en lo que sería una de las obsesiones de mi vida reciente, el desarrollo personal. Las gran decepción de este año sería Padre rico, padre pobre, que me resultó muy aburrido y repetitivo y que podría resumirse en una sola frase (no compres pasivos financieros, compra activos financieros). Sin embargo, la mayoría fueron lecturas valiosas que voy a recomendar sin extenderme demasiado: Cómo ganar amigos e influir en las personas (extremadamente útil, aunque con enormes cantidades de relleno evitable, quizá merezca más la pena ver video-resúmenes que leerlo); Imbatible, de Tony Robins, una joya al que le dediqué esta reseña; La medusa inmortal, de Nick Brendborg, que es muy interesante para leerlo como libro de divulgación científica pero que acepta una lectura muy valiosa como libro para la optimización de la salud. Por último, quiero mencionar dos obras que necesito volver a leer detenidamente tomando amplias notas: El paradigma, de Bob Proctor y El camino del hombre superior, de David Deida.
Quiero cerrar comentando que este año voy a pasar de plantearme muchos objetivos de lectura, ya que el año pasado me confeccioné una lista de unos veinte títulos de los cuales apenas llegué a atacar tres o cuatro. Creo que mejor voy a dejar que la cosa fluya, aunque hay ciertas obras que tengo en el punto de mira. Debería leer la Odisea y la Divina comedia ya de una vez, pero no sé si lo haré. En estos momentos estoy obsesionado con la narrativa breve y ando leyendo a Hemingway, Alice Munro, Tobias Wolff... y espero ir pronto a por Cheever, Chejov, relecturas de Carver y Bukowski, seguir profundizando en la obra Gonzalo Calcedo, explorar los cuentos completos de Carson McCullers, de Flannery O'Connor, de Soledad Puertolas, de Shirley Jackson, de Ignacio Aldecoa, unas veinte antologías variadas que he ido acumulando en mi estantería, desde cuentos rusos a cuentos tradicionales españoles pasando por magazines de misterio o relatos de fantasmas, cuentos medievales, leyendas ecuatorianas...
Veremos cómo queda finalmente el balance lector de 2025, dentro de un año lo descubriremos.