29/9/24

Dies numerantur

INTRODUCCIÓN

Este poema, cuyo título significa Los días están contados, en latín, está escrito en coplas de arte mayor, que son estrofas de ocho dodecasílabos divididos en dos hemistiquios que riman en consonante siguiendo diferentes esquemas. En cuanto al contenido, el poema trata tres tópicos clásicos muy relacionados: el memento mori (recuerda que morirás), el tempus fugit (el tiempo vuela) y el carpe diem (aprovecha el día). 


El tiempo se fuga, se escapa cual liebre 
que sufre el acoso de algún cazador;
se marcha y se aleja, se esfuma cual fiebre 
dejándote un poso de suave dolor. 
Recuerdos tan tenues como ese fulgor
envuelto en las brumas que traen las mañanas,
lejanos y tristes cual viejas campanas 
tañendo en el alma de algún pecador.

Los años transcurren igual que diluvia,
trastocan la Tierra, desbordan los ríos 
de nuestra existencia, nos llenan de lluvia, 
anegan tus sueños y anegan los míos. 
Ignoran edades de viejos, de críos,
de ricos, de pobres, de bestias, de humanos;
tan solo golpean con pérfidas manos,
tan solo nos lanzan la frase: «rendíos».

La espera acompaña, fatal compañera,
dilata las horas, los ojos empaña,
el bien se demora, la fe desespera,
la vida se burla y contigo se ensaña.
Minutos eternos de tela de araña,
contando los días de cada segundo;
relojes amorfos de olor nauseabundo
promueven el ansia que duele y que daña. 

Recuerda a la parca que sigue tus pasos, 
no bajes la guardia, no tientes al hado;
exprime tus días que son tan escasos
que cuando te enteres se habrán terminado.
Templanza y paciencia, constancia y cuidado,
modera el orgullo, controla la ira,
detente a pensar un instante, respira:
la muerte y el tiempo te tienen marcado.

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