9/7/21

La Biblia en la prosa barroca I: Cervantes, Lope, María de Zayas, Mateo Alemán

Nota preliminar: El contenido de este artículo proviene de PEC para la asignatura La Antigüedad Clásica y la Biblia en la literatura medieval y del Siglo de Oro, impartida por doña Ana Suárez Miramón en el Máster Universitario en Formación e Investigación Literaria y Teatral en el Contexto Europeo


INTRODUCCIÓN

La prosa del Siglo de Oro, al igual que la poesía, experimentó un poderoso influjo bíblico en todas sus manifestaciones y no solo en aquellos textos de inequívoco carácter religioso, didáctico o moralizante . Así, podemos encontrar elementos y motivos escriturales en la novela de caballerías, en la pastoril, en la picaresca, la morisca, la cortesana o la bizantina. Muchas referencias podrían pasarnos desapercibidas a los lectores actuales pero es seguro que se percibían mucho mejor en los tiempos en que se escribieron aquellas obras dada la enorme trascendencia social de la que gozaban la Iglesia y la religión. Escritores como Lope y Cervantes, hombres de su tiempo, conscientes del mundo en que vivían, se esforzaron en recoger adecuadamente en sus obras todo ese torrente bíblico que circulaba en textos sagrados, evangelios apócrifos, sermones, autos sacramentales, historias de santos, mitos clásicos cristianizados por los Padres de la Iglesia, poemas épicos, salterios, paráfrasis de las escrituras o, sencillamente, en el acervo cultural común. María del Mar Cortés explica que en las novelas del periodo se percibe la influencia tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento y que algunos de los libros que más destacan son Génesis, Éxodo, Libro de Job, Salmos, Eclesiastés, Eclesiástico, Isaías, Libro de Jonás, los Evangelios y las epístolas de Santiago, San Juan y San Pablo. 


EL INFLUJO BÍBLICO EN LA NARRATIVA CERVANTINA

Una formidable eclosión de géneros narrativos tuvo lugar a lo largo del Siglo de Oro español. Algunos, como la novela pastoril o la bizantina, poseían un trasfondo idealista, mientras que la picaresca se sustentaba en planteamientos más acordes con realidad. Una de las grandes virtudes de Cervantes fue la de ensayar todos esos géneros narrativos (por no hablar de los poéticos y dramáticos) mezclándolos, reinventándolos o dándoles una última vuelta de tuerca, ofreciendo en cualquier caso versiones originales y valiosas que han contribuido a configurar el destino toda la literatura posterior. 

Respecto a la relación de Cervantes con las Escrituras, la crítica parece discrepar en algunas cuestiones y no albergar dudas en otras. En relación con lo primero, hay desacuerdo en cuanto al nivel de erudición bíblica del novelista (1) o sobre el modo en que acudía a los materiales (sumas y compendios, textos religiosos, ascético-místicos, espirituales, diferentes versiones de la Biblia…). Donde se produce mayor consenso es en el mismo hecho de que Cervantes aluda de diferentes modos a la Biblia en sus textos. Según los datos de Carlos Bañeza, en la obra cervantina aparecen unas trescientas alusiones a la Biblia, entre las que se encuentran citas literales en latín o en español, reminiscencias de palabras, hechos o instituciones escriturales, personajes como ejemplos de virtud, grandes hazañas o refranes, proverbios y sentencias populares cuyo origen se encuentra en el texto sagrado. El otro aspecto sobre el que no existe discusión es el profundo respeto que nuestro novelista profesa hacia la Biblia, algo que dejó meridianamente claro en el prólogo a la primera parte del Quijote, donde la describe como «divina, santa, sacra o palabra del mismo Dios».

Ecos bíblicos y paralelismos evangélicos en el Quijote

El inabarcable estudio del Quijote llevado a cabo por la crítica ha permitido descubrir una gran cantidad de huellas bíblicas en la obra maestra cervantina. Así, en las frecuentes alusiones a lo breve y miserable de la existencia humana, se ha detectado el uso reiterado de ciertas metáforas y comparaciones procedentes del texto sagrado. Un ejemplo de ello sería cuando Cervantes escribe que la vida o las alegrías pasan como sombras o humo o se marchitan como flores, tropos habituales en numerosos libros veterotestamentarios como Paralipómenos, Job, Salmos, Eclesiastés, Isaías… 

No han faltado estudiosos que equiparasen a don Quijote con Jesucristo (2), por ejemplo sobre la base de la comparación entre la predicación del nazareno y los intentos de deshacer entuertos del manchego. También se ha visto relación entre la actitud mesiánica del protagonista y la vida de los profetas abrahámicos. Pero las simbologías evangélicas de la novela se han llegado a explicitar con más detalle, de tal modo que el momento en que don Quijote se arma caballero bajo las antiguas leyes de la caballería se ha equiparado con el episodio en que Jesús es circuncidado siguiendo la Ley. Del mismo modo, se ha querido ver en el muchacho atado a un árbol y azotado por su amo, a la humanidad atacada por las mentiras de sabios y filósofos y, en la intervención de don Quijote, a Cristo salvando a la humanidad al restaurar la Verdad. También se ha identificado a Sancho con san José, fiel seguidor de Jesús; el establo donde se hospedan, con el portal de Belén; la liberación de los diez galeotes, con la curación de diez leprosos (en ambos casos solo uno da las gracias); el traslado de don Quijote enjaulado, con el via crucis. El presbítero Miguel Cotacero y Velasco concluyó que todos estos paralelismos respondían al deseo de Cervantes de criticar las novelas de caballerías por carentes de belleza y moral, y que el mejor modo de ofrecer una obra moral y bella sería el de construirla con cimientos evangélicos. 

Otros autores opinan que el Quijote no puede leerse como un libro religioso, sino como el libro de un escritor de su tiempo, un tiempo en el que la religión católica (y, por tanto, la Biblia) constituía una pieza fundamental en la forma en que los seres humanos vivían la vida y entendían el mundo. La cita de fragmentos bíblicos y la alusión a personajes de las Escrituras buscando ejemplificar ideas, actitudes o comportamientos no tendría por qué responder a una intención de celebración y vivencia de lo divino, sino, simplemente, a un intento de reflejar su entorno. La locura de don Quijote ha sido vista en términos de participación heroica en la obra de Dios y también, conectando con san Pablo, como reflejo del amor místico del que el caballero obtiene su impulso y su fuerza.

La Galatea: cristianización de la Arcadia

Lo primero que publicó Cervantes fue una novela pastoril titulada La Galatea. Como no podría ser de otro modo, nuestro autor no se limitó a componer una obra más, sino que optó por trastocar las convenciones del género, por ejemplo, introduciendo al comienzo del primer libro un brutal asesinato a sangre fría en mitad de un locus amoenus pastoril. Además de esto, los críticos han destacado la importante religiosidad de los personajes, cuyo comportamiento es cristianizado por Cervantes, tal como se aprecia en las exequias de Meliso, la presentación del ermitaño Silerio o la devoción del desengañado Timbrio. 

Las referencias y alusiones bíblicas de la novela tienden a concentrarse más en los poemas que en las partes prosísticas y destacan las procedentes de Génesis, Eclesiastés, Job, Mateo y Santiago. El acervo bíblico se utiliza para elogiar la vida templada, reflexionar sobre la mudanza de lo humano, advertir sobre lo sencillo que es circular por el ancho camino que lleva a la perdición, recordar que la fe sin obras no sirve de nada. Se les da sentido humano a expresiones como que los preceptos de Dios no son una carga pesada, aplicándolo al yugo del amor, o se mencionan hechos y personajes veterotestamentarios como Lot y sus hijas, David y Betsabé, Amnón y Tamar, Sansón y Dalila o Herodes y la hija de Herodías. Algunas sentencias bíblicas resuenan en paráfrasis como «es una guerra nuestra vida sobre la tierra» o «eres peña y en peña te has de volver», por citar solo algunos casos. 

Ejemplos escriturales en las Novelas ejemplares

Cervantes también cultivó con maestría el género de la novela italiana o novela corta. Algunas las incluyó dentro del Quijote y otras las publicó bajo el título Novelas ejemplares. Como es de esperar, en ellas también encontramos la influencia de la Biblia. 

En La gitanilla se hace alusión al día del juicio final en referencia a las señales de una mula. La parábola del hijo pródigo es evocada en La ilustre fregona pero cobra un papel esencial en la estructura de El celoso extremeño, de la que se han destacado sus referencias a la mitología, la Biblia y el folclore. En esta última novela también se menciona a Absalón, aunque Cervantes parece estar cometiendo un error de fuentes al situarlo en relación con la música. Se utilizan también personajes bíblicos para hacer comparaciones, como Matusalén, un ángel o un demonio. En La española inglesa se da un diálogo que recuerda a las palabras de Cristo en Getsemaní, el monté donde oró antes de ser arrestado. En la novela picaresca Rinconete y Cortadillo, se compara a un personaje con Judas Macabeo a causa de su valentía. En El licenciado vidriera destaca la aparición de citas literales en latín. Por último, en El coloquio de los perros se habla de Moisés y los doce hijos de Jacob para sustentar una crítica contra los moriscos. 

Persiles y Sigismunda: novela bizantina tridentina

En la Biblia se simboliza con frecuencia la vida como un camino y al ser humano como un peregrino que lo recorre. Esto puede verse en la travesía por el desierto del libro del Éxodo o en cómo San Pablo se refiere a Cristo como el camino correcto. Este tópico del homo viator ‘hombre viajero, peregrino’ fue muy apreciado por los escritores del Siglo de Oro, y Cervantes lo utilizó en su obra póstuma Los trabajos de Persiles y Sigismunda . Los protagonistas de la novela constituyen un modelo de amor casto que, además, es puesto en contraste con otros ejemplos impuros y lascivos durante toda la narración. En su largo peregrinaje a Roma, vivirán un sinfín de penalidades y aventuras que favorecerán su perfeccionamiento interior. La novela está plagada de simbolismo y referencias cristianas y parte de la crítica ha visto en ella una clara defensa de la doctrina tridentina. 

De entre las alusiones directas a la Biblia destacan las que se hacen al Antiguo Testamento. En el soneto que canta Rutilo hace referencia al Génesis y a Isaías y en el mismo capítulo se habla de la prohibición a los no preparados de interpretar sueños que se establece en el Levítico. En el siguiente capítulo se recuerda la historia de la mujer de Potifar, que trató de tentar a José en el Génesis. Más adelante, Clodio, sintiéndose Moisés, trae a colación la huida de Egipto cuando anima a Auristela (Sigismunda) a marcharse con él y olvidar a su enamorado. Posteriormente, Periandro (Persiles), a causa de los celos de su amada, le ruega que no haga un monte de un grano de mostaza, hipérbole que remite a Mateo, Marcos y Lucas


LA PROSA DE LOPE COMO COMPENDIO ERUDITO

Lope de Vega hizo gala de una amplia erudición bíblica, mitológica e histórica, hasta el punto de recibir burlas o críticas por parte rivales como Góngora o Cervantes, quien en el prólogo a la primera parte del Quijote, probablemente aluda al Fénix al lanzar una crítica velada a los autores que llenan sus textos de citas eruditas: «no hay para qué andéis mendigando sentencias de filósofos, consejos de la Divina Escritura, fábulas de poetas, oraciones de retóricos, milagros de santos…».

Aunque los géneros predilectos de Lope fueron el dramático y el poético, publicó asimismo varias obras narrativas en las que, lógicamente, aprovechó también para diseminar sentencias, referencias y alusiones bíblicas, las cuales son abundantes en su novela pastoril La Arcadia o en su novela bizantina El peregrino en su patria, en la cual la estructura narrativa se fundamenta, al igual que el Persiles de Cervantes, en el tópico del homo viator

Sin embargo, por encima de ellas destaca su novela pastoril a lo divino Pastores de Belén. Esta obra se considera un compendio de erudición bíblica debido a la enorme presencia del Antiguo Testamento en sus páginas, además de contar con historiografía antigua, relatos apócrifos y descripciones minuciosas de genealogías. Las fuentes utilizadas por el Fénix fueron la Vulgata latina y otras secundarias como algunos Speculum o la Leyenda áurea de Jacobo Vorágine. El argumento ocupa en los tres primeros libros el camino de los pastores hacia Belén y, en los dos últimos, la persecución de Herodes y la huida a Egipto de la Sagrada Familia. 

La obra comienza con un personaje bíblico, el pastor Aminadab, miembro de la genealogía de David y Judá. Ya en el primer párrafo, Lope menciona a Jacob, José, María, la creación del mundo, Abraham, el diluvio, la Torá y Moisés, al que se refiere como Capitán de Israel. Mientras la narración sigue el camino de Aminadab, se introducen pasajes bíblicos como el de la pasión de David por la esposa de Urías, el del asesinato de Amnón a manos de Abasalón en venganza por haber violado a Tamar o el de los ancianos lapidados por difamar a la casta Susana.

El objetivo de la obra es elogiar a la Virgen y para ello los pastores narrarán su historia, alabando en verso la pureza y perfección de la madre de Dios. Después se presencia el nacimiento de Cristo, que Lope relata con descripciones de la cotidianidad familiar, contribuyendo, por un lado, a la popularización de la Biblia y, por otro, mostrándose acorde a la religiosidad franciscana que promovía una espiritualidad más emotiva, para lo que resultaba conveniente fijarse en los aspectos humanos de Jesús y en los maternales de la Virgen.

La obra finaliza cuando el pastor Belardo, trasunto de Lope, se marcha feliz de haber cantado las alabanzas de la hermosa Virgen, no como antiguamente, cuando perdía el tiempo empleando su zampoña en vanos amores e historias inútiles y llenas de mentiras, haciendo referencia a su novela La Arcadia


BIBLIA, NOVELAS Y DESENGAÑOS EN MARÍA DE ZAYAS

María de Zayas y Sotomayor fue una de las grandes continuadoras del género de la novela breve italiana que Cervantes aclimató al contexto español. Publicó sus novelas, algunas muy breves, en dos volúmenes de diez historias cada uno. El primero se tituló Novelas amorosas y ejemplares y, el segundo, Desengaños amorosos. Los textos de Zayas son refinados y sensuales, con rasgos prerrománticos, pero también profusos en episodios morbosos como adulterios, lo que le valió calificativos como impúdica y licenciosa . 

En una de las novelitas, El prevenido engañado, además de referencias mitológicas, se alude a Nemrod, un personaje bíblico relacionado con la leyenda de la Torre de Babel. Encontramos también alusiones al Dios justiciero del Antiguo Testamento en La burlada Aminta y venganza de honor, donde se menciona que Dios es el fiscal de todos y en Desengaño octavo, donde se dice: «Vayan, que la justicia de Dios va tras ellos». En el Desengaño noveno se nombra la pasión de Dios, se lanzan invocaciones al cielo y se elogia a la Virgen como Madre de Dios y Divina Señora. En el Desengaño sexto se mencionan a Jacob y Raquel y en el Desengaño décimo una doncella recurre al primer Libro de Samuel para animar a su señora a matar a su rival igual que David mató a Urías. 


PROFUSIÓN ESCRITURAL EN MATEO ALEMÁN

Guzmán de Alfarache, escrita por Mateo Alemán, es una importante novela picaresca que posee una serie de rasgos en común con el Lazarillo (narración en primera persona de hechos pasados contemplados desde el presente, experiencias con diferentes amos…) pero también diferencias (obra firmada, el relato de la vida del pícaro se ofrece como ejemplo de lo que no hay que hacer…). Como obra de su tiempo (1599) muestra en sus páginas una gran cantidad de sustrato bíblico. 

Antes de empezar la novela, el autor ya recurre a Santiago para explicar que su libro, aunque no de gran calidad, puede servir de algún provecho a los lectores. En la primera parte se da una importante presencia del Antiguo Testamento y San Pablo. Se hace uso de Ezequiel para hablar de la influencia de los padres pecadores del protagonista, se tacha a las dueñas de ministras de Satanás, se evocan palabras de Mateo para contar que la madre de Guzmán sobrevivió a la viudedad gracias al robo y Guzmán alude al becerro de oro cuando decide marcharse a la aventura. 

El capítulo cuarto, desarrollado en ambiente eclesiástico, destaca por su cantidad de citas bíblicas literales puestas en la boca de un clérigo que menciona fragmentos de los Evangelios como la idea de poner la otra mejilla o la de perdonar a los enemigos y hacer el bien a quien nos hace el mal. También se menciona la parábola del trigo que solo crece si cae en buena tierra. Se habla en el quinto capítulo de la idea de Dios como médico y también como cocinero y asimismo se expone la idea paulina de la vida del hombre como milicia equipada con las armas de Dios contra el mal. 

Ya en el libro segundo, el protagonista oye un sermón extraído de Mateo y por la noche, insomne, reflexiona sobre él de tal modo que afloran otras referencias, por ejemplo de Corintios I o del Evangelio de Lucas. Guzmán reflexiona también sobre cuestiones filosóficas como la vanidad y las desigualdades sociales sirviéndose del Eclesiastés y del Eclesiástico. La virtud de la caridad será exaltada recurriendo a la parábola de los talentos bien empleados de Mateo y Juan y, más tarde, se retoma el tema recordando la historia de Caín y Abel. 

La primera parte de la novela termina dejando un inmenso rastro de referencias bíblicas expuestas tanto a través del protagonista como de los sermones y discursos morales de personajes clericales. En la segunda parte la cantidad de alusiones disminuye, aunque siguen siendo numerosas. Se menciona a Jonás, Josef y Susana y se recuerda la exigencia de Santiago de acompañar la fe con obras, entre otras muchas. El Evangelio más presente a lo largo de esta parte es el de Mateo.


NOTAS

(1) Comentan Pedraza y Domínguez (1980b, p. 97-98) que durante un tiempo, una parte de la crítica apoyó la idea de que Cervantes fue un genio lego, es decir, alguien con mucho talento y poca cultura y formación. Sin embargo, estudiosos de la talla de Menéndez Pelayo y Américo Castro se opusieron posteriormente a esta idea. Existen evidencias sobradas de que Cervantes fue un ávido lector que, aunque no consiguiera un título académico, desarrolló una amplia formación humanística por su cuenta, conociendo a los clásicos grecolatinos y a los autores sagrados, siendo capaz de leer en latín aunque no dominase del todo la lengua y dejando en su obras miles de referencias cultas. Teniendo todo esto en cuenta no parece demasiado razonable sostener que nuestro autor no gozase de un amplio conocimiento de las Escrituras. 

(2) Ortega lo definió bellamente como una imitación triste de Cristo, un Cristo gótico macerado en angustias modernas (Cortés, 2008, p. 187).


BIBLIOGRAFÍA

Bañeza, C, «La providencia divina en Cervantes», en Anales Cervantinos, tomo 28, 1990, p. 219-230, dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=774703, consultado el 29-11-2020.

Cortés, M., «La Biblia en Cervantes y la novela de la Edad de Oro», en La Biblia en la literatura española. II. Siglo de Oro, dir. G. del Olmo, coord. R. Navarro, Madrid, Trotta, 2008, pp. 181-232.

Gorga, G., «La Biblia en la poesía lírica y épica de la Edad de Oro», en La Biblia en la literatura española. II. Siglo de Oro, dir. G. del Olmo, coord. R. Navarro, Madrid, Trotta, 2008, pp. 17-80.

Pedraza, F., Rodríguez, M., Manual de literatura española, tomo III, Barroco: Introducción, prosa y poesía, Tafalla, Cénlit Ediciones, 1980.


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