7/9/21

Me importa un carajo la tilde de marras - Pólvora en salvas XI

Cuando no tenía ni idea de lingüística, me consideraba un firme defensor de la tilde diacrítica (en adelante, la tilde de marras) en el adverbio solo y en los pronombres demostrativos, a pesar de que ignoraba lo que era un adverbio, un pronombre demostrativo y hasta incluso una tilde. Mantenía esa posición, supongo, para hacerme el guay, para mirar a la gente por encima del hombro y para ser rebelde. «Miradme, miradme todos, desobedezco a la RAE, le pongo tilde a sólo porque yo sé cuándo se le pone, (cuando se puede cambiar por solamente), ja, ja, ja, soy mazo intelectual». 

Más tarde, cuando empecé a aprender lingüística, fui comprendiendo los motivos por los que la RAE abogaba por eliminar la tilde de marras. La explicación, que mi antiguo yo preunediano ni se había molestado en leer, tenía todo el sentido del mundo, y la ofrezco aquí sintetizada en elegante silogismo: 

  • Premisa 1: La tilde diacrítica sirve para diferenciar palabras que se escriben igual pero que pertenecen a categorías gramaticales distintas, siempre que una sea tónica y otra sea átona (1). 
  • Premisa 2: El adverbio solo y el adjetivo solo se escriben igual y pertenecen a categorías gramaticales distintas, pero ambos son palabras tónicas
  • Conclusión: La tilde diacrítica no ha lugar en este caso

El razonamiento me pareció a todas luces impepinable, por lo que acabé convertido en un firme defensor de la eliminación de la tilde de marras. Sin embargo, hace poco, mientras escribía alguna mamarrachada, me di cuenta de que la forma como, del verbo comer, es tónica y no lleva tilde diacrítica a pesar de que existen palabras que se escriben igual, pertenecen a otras categorías gramaticales y son átonas, como es el caso del adverbio relativo como o de la conjunción como. Intrigado por este hecho, decidí elevar la cuestión directamente a instancias de la RAE, a través de un tuit dirigido a su cuenta de Twitter.

La respuesta que me ofrecieron fue que la tilde de marras «no es sistemática, sino que tiene carácter excepcional y tradicional» y adjuntaron un enlace a la versión en línea de la Ortografía de la lengua española de 2010. En dicho enlace se muestran muchos más ejemplos en los que la tilde diacrítica debería operar y no lo hace, como en la forma entre (verbo/preposición) o sobre (verbo y sustantivo/preposición). Las explicaciones se amplían comentando que las palabras escritas con tilde diacrítica tienen en común ser «de empleo frecuente» y que el objetivo es «facilitar su identificación rápida (…) evitando posibles ambigüedades». 

Pues bien, ante esto, entendí que un defensor de la tilde de marras podría alegar que, si bien es cierto que solo siempre es una palabra tónica, no pasaría nada por hacer una excepción sobre la base de su uso frecuente, su tradición y su utilidad evitando ambigüedades. A esto, la RAE podría responder que las ambigüedades se resuelven por el contexto, lo cual es cierto, pero es algo que también podría aplicarse a los pares diferenciados por tilde diacrítica, lo que debería llevarnos a eliminarla en todos los casos. «Bueno, bueno», podría decir la RAE, «la cuestión es que la tilde de marras es para casos de tonicidad/atonicidad, y punto». A lo que los tilderos podrían responder, «sí, sí, claro, lo mismito que en sobre, entre, como, para, don, a, de, e, o, te, u, la, luego, santo, puesto, más, aún...».

Creo que se entiende a dónde quiero llegar, así que no seguiré desarrollando. Lo último que voy a decir es que a mí esta cuestión ya como que me la trae al pairo, no seré yo el que se enfangue en infructuosos debates con usuarios de redes sociales que no saben ni que existen las palabras átonas (2). Y si alguien me pregunta, le diré: «mira, en exámenes y trabajos universitarios, escríbelo sin tilde porque de lo contrario te pondrán una falta de ortografía. En el resto de los casos, haz lo que te dé la gana porque en realidad nadie tiene la razón y todos están equivocados». 


(1) Aunque en español, de forma aislada, todas las palabras tienen sílaba tónica, lo cierto es que en la cadena hablada, algunas palabras no reciben acento prosódico, es decir, se pronuncian átonas en todas sus sílabas. Esto es algo que podemos comprobar nosotros mismos, por ejemplo, al emitir la frase «Dile que te dé la caja de madera». Si lo hacemos con atención, nos daremos cuenta de que y de no se pronuncian igual. El primero se emite con énfasis y el segundo, no, por eso el primero es una palabra tónica y el segundo es una palabra átona. De hecho, por eso existen, y por eso se llaman así, los pronombres tónicos (yo, , , ...) y los pronombres átonos (me, nos, te, las...). Esta cuestión también está presente en el ritmo de los versos. Así, un endecasílabo yámbico tiene acentos prosódicos en las sílabas pares. Por ejemplo, el verso de Quintana «Eterna ley del mundo aquesta sea», quedaría dividido en sílabas, y con los acentos marcados con tildes, de este modo: E-tér-na-léy-del-mún-doa-qués-ta-sé-a. Efectivamente, son las sílabas pares las que tienen acento prosódico y ello nos muestra que todas las palabras del verso son tónicas salvo una, del, que es una palabra átona. Por si fuera poco, la existencia de palabras tónicas y átonas es algo que se comprueba empíricamente mediante programas informáticos de tratamiento de la voz que permiten obtener los llamados espectrogramas, los cuales muestran cómo el énfasis es mayor en las sílabas tónicas, como se aprecia en este enlace, que muestra claramente que la preposición de es una palabra átona. 

(2) Me he extendido tanto en la nota 1 justo por esto, porque hace un mes anduve enfangado en una discusión con dos tuiteros que negaban la existencia de palabras átonas. Lo curioso es que uno de ellos aseguraba ser filólogo. Vivir para ver. 

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