13/10/18

Entrevista a un servidor

Hace ya más de un año, me hicieron mi primera entrevista como escritor. Fue un compañero del gremio quien la llevó a cabo. Su nombre es Francisco Javier Pérez Castillo, quien, por cierto, acaba de publicar su segunda novela, CAYENDO COMO UNA PIEDRA, un relato duro y conmovedor que muestra la extrema crueldad de la que son capaces los seres aparentemente más inocentes y que anima a la reflexión sobre uno de los más graves problemas sociales del momento, el acoso escolar. La entrevista fue muy entretenida y me encantó responder a las preguntas planteadas por Javier. Con su permiso, la comparto por aquí y os animo a visitar su blog, MALDITOS ESCRITORES donde entrevista a otros tipos que, como yo o el propio Javier, se encuentran luchando por hacerse un hueco en el ingrato mundillo de las letras. 



Pasaba las páginas del periódico sin mucho interés, casi sin terminar de leer los titulares. Ya en las páginas finales mi atención se despertó con el siguiente titular: ESTUDIO REVELA PRESENCIA DE BACTERIAS FECALES EN STARBUCKS Y DOS CADENAS MÁS. La historia es que yo estaba tomando café en un Starbucks, concretamente en el del centro comercial Xanadú. Seguí leyendo el artículo. En siete de cada diez bebidas con hielo encontraron restos de mierda humana. Era un número bastante elevado. Miré a mi alrededor. Varias parejas distribuidas por la cafetería charlaban animadamente. Al menos cuatro individuos tenían entre sus manos bebidas con hielo. Tirando por lo bajo, uno estaría tragando heces. Por suerte para mí el café que me había pedido era sin hielo. Estaba yo haciendo tan estúpidas cábalas cuando un tipo a medio camino entre Mr. Robot y un beattle recién levantado se paró justo delante mía. ¿Javier? Me levanté y lo saludé. Era Pablo Navarro, autor de Gestión del fracaso, una novela. Luego, tras un intercambio cordial de palabras, nos sentamos y dio comienzo una gratísima charla. Lo primero que le pedí fue que se presentara.

“Soy madrileño, tengo treinta y cuatro años y me gano la vida como operario de limpieza. En 2016 me matriculé en Filología Hispánica por la UNED con el objetivo de convertirme en un titán de la literatura, o, al menos, con la esperanza de llegar a dominar el oficio de escritor lo suficiente como para poder abandonar mi trabajo. También me gusta dedicar tiempo a otras actividades como por ejemplo la música, el gimnasio, grabar Instagram Stories o prestar ayuda a los gatos callejeros.”

A veces el gran problema para los escritores noveles es la falta de tiempo. No te queda otra que aceptar trabajos de mierda para sobrevivir y poder escribir pero resulta que esos trabajos de mierda te revientan cuerpo y cerebro y cuando te sientas a escribir la cabeza ya es una ensordecedora cueva de grillos. ¿Cuándo empezaste a escribir la novela y cuánto tiempo has invertido en el proceso?

“Empecé a escribir Gestión del fracaso más o menos dos años antes de que fuese publicada. En aquella época me hallaba muy obsesionado con los relatos de Charles Bukowski y me dio por intentar escribir algo en esa línea, es decir, un cuento corto sobre perdedores sociales atrapados en ambientes sórdidos y desesperanzadores. Sin embargo, cuando lo terminé, me pareció que la historia podía dar un poco más de juego. Cuando volví a terminar, me vi de nuevo en la misma situación, así que continué llenando páginas. Sin yo saberlo, estaba escribiendo los primeros capítulos de mi primera novela. Cuando fui consciente de ello, me pareció buena idea dotar al protagonista de la condición de escritor frustrado, de tal modo que pude complementar la historia principal con varios relatos que yo ya tenía escritos, como si fuesen obra suya. Unos meses más tarde, llegó un punto en el que me pareció que la cosa no daba más de sí, por lo que decidí inventar un final. Desde entonces hasta que gané el concurso Narrativas Oblicuas, la novela estuvo sometida a un proceso de revisión casi constante. De hecho, no me importaría pegarle ahora mismo un buen repaso.”

En ese momento me enteré de que había ganado un concurso. Disimulé mi ignorancia y mi falta de preparación de la entrevista sorbiendo varios tragos de café a pesar de que mi taza llevaba tiempo vacía. Paul, el personaje principal, junto  a Robert y Ann, completan un triángulo muy jugoso. Dan mucho juego en el libro y me parecen unos cimientos lo suficientemente fuertes y atractivos como para escribir un par de novelas más. Le pregunté entonces si estaba ya liado con la segunda parte de Gestión del fracaso, una novela

“Durante un tiempo me planteé la posibilidad de escribir una segunda parte, para la cual tenía incluso pensado lo que creo que era un buen título: Gestión del éxito, otra novela. Sin embargo, a día de hoy, no creo que vaya a hacerlo, principalmente por dos motivos: el primero es que creo que se han publicado ya demasiadas historias sobre escritores. El segundo motivo es que ya no me siento cómodo utilizando el estilo con el que escribí Gestión del fracaso, que le da al texto un toque como de traducción del inglés, causado seguramente por mi bajo consumo de literatura hispánica en aquellos tiempos.”

Esta vez no pude disimular mi cara de desilusión. Perdemos un gran autor de realismo vomitivo. Esto último lo dije en voz alta y tras soltar una carcajada me respondió.

“No sé. Realismo vomitivo quizá sea un poco duro. ¿Qué tal realismo cochambroso? Me mola más porque es similar a “sucio” pero con un toque de desorden y sordidez. Además, podría servir para hacer referencia a mi blog, Cochambre literaria“

Miré de nuevo a mi alrededor. Cada vez había más gente. Hice un nuevo recuento. Ya sí había más de diez tomando bebidas heladas. ¿Cómo ha sido tu relación con las editoriales?

Solo puedo decir que perfecta, porque hasta ahora solo me he relacionado con Ediciones Oblicuas, más en concreto con su director, Alberto Trinidad. El trato fue siempre cercano y excelente y se contó con mi opinión en todas las fases del proyecto, desde la portada a las correcciones. Desconozco cómo es la dinámica en otras editoriales; Ediciones Oblicuas es independiente, no muy grande y se preocupa más por ofrecer una literatura interesante y por tener en cuenta al autor que por lograr grandes éxitos comerciales. Quizá esas características sean importantes para hacer del proceso de publicación una gran experiencia.

La charla se fue animando. Intercambiamos ideas, impresiones, que me vinieron muy bien. Tanto fue así, que me olvidé del periódico, de que estábamos en el Starbuks y de que por el mundo había miles de personas bebiendo bacterias fecales. Leyendo el libro de Pablo uno puede adivinar sus influencias más directas pero ¿cuáles son sus influencias menos visibles?

Yo empecé a aficionarme a la lectura algo tarde, como a los veintidós años. Lo que más leía era ciencia-ficción y puede que la primera vez que me dije “quiero escribir algo así” fuese con las novelas de Kurt Vonnegut. Con el tiempo fui ampliando horizontes y sentí algo parecido con escritores como Carver, Camus, Kafka, Dostoievsky, Ian McEwan, Dennis Johnson, Michel Houellebecq, Chuck Palahniuk y, principalmente, con Bukowski. En estos momentos, el escritor que más me interesa es Camilo José Cela, pero no quiero dejarme llevar tanto como antes por la influencia de los titanes, ando un poco perdido buscando mi propia voz narrativa.

Dejé a un lado la chuleta que traía con varias preguntas por si me quedaba en blanco y comencé a disparar ¿Qué odias de los libros que lees?

No llego a odiar nada de los libros que leo, aunque pueden molestarme algunas cosas como los clichés o el mal uso del lenguaje. De todas formas, hace mucho que me centro en leer libros de grandes autores, por lo que no suelo encontrarme con nada que me disguste demasiado. Puedo leer a escritores menos conocidos si tengo alguna garantía de que me va a merecer la pena (premios, recomendaciones…) pero por lo general no suelo elegir un libro a ciegas.

Y ya puestos, ¿qué te gusta encontrar en los relatos que lees?

En un relato me gusta encontrar calidad literaria, originalidad o ambas cosas. Me encanta cuando leo dos o tres líneas y pienso “joder, qué bien escribe este cabrón”, y me encanta cuando me cuentan una historia diferente, o cuando me cuentan una historia trillada pero de un modo distinto. Me gusta lo experimental y lo surrealista, pero puedo disfrutar intensamente de un relato de corte clásico si está bien escrito y tiene lo necesario para alojarse en tu memoria después de haberlo terminado.

La charla se alargó media hora más. Para entonces el ruido en la cafetería era ensordecedor. Yo que andaba absorto en la conversación no caí en la cuenta de poner más cerca la grabadora y el final de la entrevista, por desgracia, me ha sido imposible transcribirlo. Tan solo he podido rescatar una pregunta que le hice sobre el uso que le daba a las redes sociales.

Aunque es muy difícil triunfar en redes sociales, creo que es evidente que si ofreces buen contenido, lo lograrás, y que si no lo logras es porque no estás ofreciendo buen contenido. Yo administro mi blog, Cochambre Literaria, desde 2009, y va a llegar pronto a las cien mil visitas, lo cual no es gran cosa. En Facebook tengo una página de la novela y otra del blog, y ninguna de las dos ha funcionado. Y lo mismo con mi twitter personal. A mí no me ha ido nada bien en redes sociales pero podemos ver muchos ejemplos de escritores que han sabido desenvolverse de maravilla, que han sabido dar a la gente lo que quiere. No es mi caso, pero creo que está claro que pueden ser herramientas muy potentes y que es un error ignorarlas.

Me despedí de Pablo agradeciendo su colaboración y pidiéndole que me avisara cuando tuviera acabado su siguiente libro. Me dijo que quería cambiar el estilo, la prosa, en definitiva encontrar su voz. Yo estaba seguro de que más pronto que tarde lo conseguiría. Quedaba claro que era un amante de la literatura y, sobre todo, del oficio. El minicuestionario le quedó así.

Película que hay que ver sí o sí: Taxi Driver. 

Canción inolvidable: Fake plastic trees de Radiohead.

Libro 100% recomendable: El mejor libro que he leído, por lo que disfruté, aprendí y por su relevancia y trascendencia es El gen egoísta, de Richard Dawkins.

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