14/3/19

Algunos comentarios sobre las Novelas a Marcia Leonarda

LAS NOVELAS A MARCIA LEONARDA Y LA FIGURA DEL RECEPTOR FEMENINO

No destacan en las Novelas a Marcia Leonarda ni la verosimilitud ni la originalidad argumental de las historias. Sin embargo, sí que se mostró Lope bastante innovador en lo formal al construir la estructura narrativa pensando en su relación con Marta Nevares Santoyo, la cual se convierte en la receptora a la que el narrador se dirige en innumerables ocasiones a lo largo del desarrollo de las cuatro novelas breves. La intención va mucho más allá de una simple dedicatoria como la que ya le había brindado en la comedia La viuda valenciana. Según Wardropper (1983:182), no es que Lope le dedique las novelas a Marta, sino que más bien las escribe para ella, lo que da lugar a que “interrumpe frecuentemente su narración para hablar directamente con la dama. Mientras se desenvuelve la historia conversa con ella, bromea con ella, la lisonjea, la instruye, la galantea”. 

El volumen no tiene un origen unitario. En un principio, Marta le pidió a Lope que escribiese una novela para ella, demanda de la que surgió Las fortunas de Diana, publicada por primera vez en La Filomena. A la dama le gustó la obra y la siguiente petición fue un libro de novelas, escribiendo Lope La desdicha por la honra, La prudente venganza y Guzmán el Bravo, publicadas en La Circe. A pesar de ello, el conjunto muestra unidad gracias a elementos como los tipos de personajes, las peripecias y, sobre todo, la figura de Marcia Leonarda como narrataria. Es por ello por lo que podemos pensar que uno de los papeles (intencionado o no) que juega la figura del receptor femenino sería el de aportar unidad al conjunto de novelas. Sin embargo, opino que no sería su función más importante y que habría otras dos que sobresaldrían: por un lado, el deseo de Lope de diferenciar sus novelas de las escritas por Cervantes, que tanto éxito e influencia habían logrado y, por otro, manifestar, demostrar, poner en práctica el profundo amor que el literato sentía por Marta Nevares. 

Respecto al intento de alejarse de las novelas cervantinas, podemos transcribir las palabras de Agustín Redondo, citado en Carreño (2002: 36): “Lope inventa una fórmula original de novela que le permite diferenciarse de su gran rival”. En cuanto a planificar las narraciones como una especie de regalo o carta de amor, Wardropper (1983:183-185) comenta que “Lope muestra con toda naturalidad que su único propósito es divertir a su amada”, que la seduce por medio de técnicas directas e indirectas y que en estas novelas la “sutil y compleja declaración de amor es su función literaria principal”.  

Para llevar a cabo un análisis más profundo del papel de Marcia Leonarda como personaje literario (basado en Marta Nevares) que no interviene en la trama pero que juega el importantísimo rol de narrataria, debemos manejar el significado de algunos conceptos, los cuales se nos ofrecen en el estudio introductorio de Antonio Carreño a la edición de Cátedra de las Novelas a Marcia Leonarda. Tendríamos, pues: 
  • El autor, individuo real, en este caso Félix Lope de Vega, que escribe la obra; en el mismo plano también estarían los lectores, individuos igualmente reales, que en diferentes tiempos y localizaciones la han leído, la leen o la leerán. 
  • Por otro lado, nos encontramos con las figuras del autor implícito y el lector implícito, que sería el modo en que se proyecta el autor real en la obra y el modo en que proyecta a los lectores reales. 
  • Pero los elementos que más nos interesan son el del narrador y el narratario. El primero se podría entender como el personaje que narra los hechos (el Lázaro adulto del Lazarillo) y el segundo como el personaje al que se dirige el primero (Vuestra Merced, en la misma obra mencionada). 

Así pues, en estas novelas, es Marcia Leonarda la narrataria a la que se dirige el narrador (basado en el autor real) estableciéndose un diálogo, (o, quizá, más bien un monólogo o una relación epistolar de la que solo conoceríamos una parte) que marca el ritmo de la narración y que relega a un segundo plano el resto de los elementos, incluso las propias historias. Estas intervenciones del narrador son un recurso literario denominado “digresión” o excursus y a las que Lope se refirió en la propia obra como “cosas fuera de propósito” o intercolumnios.

Antonio Carreño clasifica las digresiones lopescas en instructivas, formularias, interpelativas, de ornamentación erudita, metanarrativas o moralizantes. Algunos ejemplos de estas digresiones serían: una reflexión sobre la comedia histórica, una extensa descripción de la ciudad de Constantinopla y su historia, o variados comentarios sobre temas tan dispares como la hipocresía de los hombres en sus relaciones con las mujeres, sobre el arte de novelar o sobre los escritores pedantes. 

La introducción a La desdicha por la honra constituiría un caso paradigmático de las digresiones que inundan toda la obra (aunque en esta ocasión no se trate de una interrupción de la narración, que es lo más habitual). Como vemos, el papel de la narrataria resulta fundamental desde las primeras palabras en las que el narrador se dirige a ella directamente como “vuestra merced”. Esta digresión le sirve a Lope para explicar el origen de sus novelas, para usar el tópico de la falsa modestia y para mencionar referentes de la antigüedad clásica (Homero y Virgilio) y personajes mitológicos (Leandro), demostrando así su erudición, y todo ello solo en el primer párrafo. En el siguiente, reflexiona sobre la evolución de la lengua, lo que le sirve también para incluir un pequeño cuento, técnica muy usada a la hora de seguir el principio horaciano prodesse et delectare. A continuación, nos encontramos con un fragmento clave, pues, a mi juicio, Lope se sirve del recurso de dar explicaciones a la narrataria para justificar la tónica general que los lectores van a encontrar en sus novelas, es decir, la constante interrupción de la narración. El narrador le explica a Marcia que si va a tachonar el texto con “cuanto se viniere a la pluma” es porque quiere lograr un estilo que no aburra a los menos instruidos ni parezca superficial a los más doctos. Añade que ello va en línea con su proceder en las comedias, que consiste en entretener al pueblo, lo que le sirve para mencionar que es una idea con la que estaba de acuerdo Aristóteles, lo que a su vez le da pie a plantear una implícita defensa de las lenguas vernáculas frente al latín, comentando que el estagirita no hablaba la lengua latina. Solo después de tan extenso y dispar conjunto de reflexiones, dedica Lope un par de líneas a hablar de la historia que está prologando. 

Así pues, queda bastante claro que el papel del personaje de la narrataria resulta fundamental en estas novelas y que no puede considerarse fruto de la improvisación o de la falta de destreza de Lope como prosista (de hecho, como veremos después, que Lope rebautice las digresiones y explique su función, demostraría que son consecuencia de la voluntad de estilo). Quizá no resultase descabellado, habida cuenta de todo lo dicho hasta ahora, que, además de narrataria, podamos considerar a Marcia Leonarda como la protagonista indiscutible de la obra en su conjunto.


COMENTARIO DE UN ARTÍCULO DE ANTONIO SÁNCHEZ JIMÉNEZ

En su artículo «La poética de la interrupción en las Novelas a Marcia Leonarda, en el proyecto narrativo de Lope de Vega», incluido en el libro Ficciones en la ficción: poéticas de la narración inserta (siglos XV-XVII), editado por Valentín Núñez Rivera, Antonio Sánchez Jiménez trata una de las principales particularidades de las Novelas a Marcia Leonarda: las digresiones, aspecto íntimamente ligado al papel de la narrataria, pues es la omnipresencia de esta lo que posibilita las frecuentes interrupciones en las que Lope divaga sobre innumerables temas. 

El texto comienza haciendo un repaso a las críticas negativas que estas novelas cosecharon por parte de un gran número de estudiosos, precisamente a causa de las constantes digresiones, habiendo recibido apelativos como “desafortunadas, inoportunas, malintencionadas, pedantes, insolentes y, en cualquier caso, molestas e insatisfactorias” (Sánchez, 2013:101).

A continuación, el autor analiza estas interrupciones o excursus, haciendo una tipología no demasiado exhaustiva pero sí adecuada, y deteniéndose en el carácter metaliterario de muchas de las digresiones, como cuando el narrador recuerda el principio de La Celestina o cuando informa a Marcia de que va a valerse de historias, fábulas, versos o lugares de autores para lograr un equilibrio entre el estilo grave y el desnudo. 

Sánchez inicia entonces su defensa de las Novelas a Marcia Leonarda. Dado que Lope rebautiza el recurso literario de la digresión como “intercolumnios” (se refiere a ellos también como “cosas fuera de propósito”) y que además reflexiona sobre sus funciones, que serían por un lado “paliar los efectos emocionales de la narración en la narrataria” (Ibid, 105) y, por otro “ahorrarse el esfuerzo de construir una escena de alta emotividad” (Ibid), entonces, quedaría demostrado que el enorme conjunto de digresiones incrustadas en las cuatro novelas no sería fruto de la improvisación, sino de una firme voluntad de estilo. Para reforzar esta tesis, el autor menciona la opinión positiva de varios académicos sobre las novelas lopescas y más en concreto sobre los intercolumnios, que pasan ahora a considerarse “la aportación más novedosa de Lope al arte narrativo y la esencia de su proyecto literario” (Ibid, 106). El resto del artículo es dedicado al análisis de la digresión en otras obras de Lope, como La Arcadia o La Dorotea, concluyendo que este recurso puede considerarse la “marca registrada” de la narrativa del gran literato madrileño.

A mi modo de ver, lo más destacable del presente trabajo es la consistente defensa que Antonio Sánchez lleva a cabo de las Novelas a Marcia Leonarda en general y de las digresiones que contienen en particular, al encuadrar estas últimas en el proyecto literario del escritor, no solo en la narrativa, sino también como parte fundamental de su poesía y su teatro, haciendo frente a la opinión de una buena parte de la élite académica. 




BIBLIOGRAFÍA
  • CARREÑO, A. y VEGA, L. (2002). Novelas a Marcia Leonarda. Madrid: Cátedra.
  • RICO, F. y WARDROPPER, B. (1983). Historia y crítica de la literatura española. Siglos de Oro: Barroco. Barcelona: Crítica.
  • SÁNCHEZ, A. (2013). «La poética de la interrupción en las Novelas a Marcia Leonarda, en el proyecto narrativo de Lope de Vega». Ficciones en la ficción: poéticas de la narración inserta (siglos XV-XVII), pp. 99-114.

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