2/11/21

Escritores intentan imitar a Bukowski y pasa esto - Pólvora en Salvas XIII

Todos los escritores, desde el más eximio de los profesionales hasta el más mediocre de los aficionados, poseen referentes. Esto no tiene nada de malo y me atrevería a decir que es algo completamente inevitable, pues resulta complicado imaginar a un amante de la escritura que no admire, al menos, alguna que otra obra ajena. Por otra parte, tantos siglos de literatura han dado lugar a que casi cualquier cosa que se escriba no sea más que una leve variación de algo que ya se escribió muchas veces en el pasado. Por ejemplo, todo aquel que dé a luz una historia sobre un personaje que sale de su hogar, vive aventuras y regresa, estará tomando como referencia, lo sepa o no, la hay leído o no, a la Odisea de Homero. 

Pero una cosa es tener referentes que nos influyan a la hora de escribir y otra muy distinta pretender, prácticamente, convertirnos en esos referentes. Este fenómeno no resulta demasiado habitual, pero existe un caso de elevadísima recurrencia, y es el de la pléyade de escritores jóvenes y no tan jóvenes, profesionales y no tan profesionales, que tratan de, prácticamente, convertirse en Charles Bukowski. Un caso paradigmático lo tendríamos en José Ángel Mañas, autor de la exitosa novela Historias del Kronen, la cual ha provocado en mí un intenso sentimiento de vergüenza ajena desde las primeras frases (espero que si algún día José Ángel lee esto no se enfade. Mi novela también da vergüenza ajena pero al menos él ganó un montonaco de dinero con la suya). 

Comprendo perfectamente a todos los que han caído en esta trampa porque yo he sido uno de ellos, algo que con el tiempo me ha llevado a renegar de mi única novela publicada. Y es que, cuando uno lee por primera vez a Bukowski, siente que ha descubierto un tesoro literario de incalculable valor. Uno percibe en la narrativa y la poesía de Hank una inmensa novedad, un estilo distinto a todo lo que se ha leído hasta entonces y, claro, el deseo de escribir de un modo parecido tarda poco tiempo en aflorar. Además, parece que no es tan difícil; parece que todo consiste en utilizar frases muy breves, muchos párrafos, cortar los versos aleatoriamente, utilizar palabrotas, hablar de drogas, alcohol, cigarrillos y prostitutas, algún que otro tema polémico, alguna que otra referencia intertextual… «vaya, pues creo que yo también podría hacerlo». Pues, no, resulta que la cosa no es tan sencilla y que, cuando se intenta, lo único que se logra, en la mayoría de los casos, es producir basura impostada

El estilo personalísimo de Bukowski no puede reducirse a una ecuación o a una suma de ingredientes porque su estilo es, precisamente, resultado de su personalidad y de sus vivencias. Si no eres Charles Bukowski, nunca escribirás como él y, si lo intentas, acabarás, casi con total seguridad, provocando una mezcla de pena y vergüenza. Si quieres aceptar un consejo de un escritor aficionado que fracasó tratando de convertirse en escritor profesional, no intentes imitar a nadie. Lee muchísimo y escribe todo lo que puedas y, con el tiempo, tu propio estilo irá emergiendo. Probablemente no sea tan fascinante como el de Bukowski, pero, al menos, resultará natural, lo cual es mucho más de lo que puede ofrecer un considerable número de escritores exitosos y no tan exitosos.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario