Nadie me cree cuando cuento mi historia, pero tampoco se atreven a poner a prueba mis palabras. Cada noche, cuando me acuesto, una niña aparece a los pies de mi cama, el pelo oscuro y revuelto, la piel verdosa, los ojos sanguinolentos. Se queda allí durante horas, totalmente quieta, mirándome con una desagradable sonrisa en sus labios negros. Siempre desaparece cuando los primeros rayos de sol se introducen en mi habitación, pero antes de marcharse me dice: «Ya falta poco».
La primera vez que la vi me dio un infarto. Hablo de forma literal: estuve ingresado, a punto de morir. Después vas al psicólogo, al psiquiatra, a curanderos, a videntes... te planteas el suicidio. He cambiado de piso dos veces, pero no sirve de nada, ella aparece allá donde duermo.
Los humanos somos seres muy curiosos. Incluso a esta situación llega uno a acostumbrarse. A veces ya ni le presto atención. Ella aparece y yo me doy la vuelta y me duermo. En el fondo, lo único que me perturba ya es ignorar aquello para lo que falta poco. La maldita niña jamás me lo dice, por más que se lo pregunto.
Les agradezco inmensamente su atención. Espero que al menos algunos de ustedes me hayan creído, significaría mucho para mí.
Por cierto, se me olvidaba contarles que todo empezó la noche en que leí un relato exactamente igual que este.
Esta historia forma parte de mi libro PULSACIONES, 99 MICRORRELATOS DE INFARTO. Puedes comprarlo en este enlace.
Nota: Una versión más breve y peor escrita de este cuento fue seleccionada para aparecer en el libro Homenaje a E. A. Poe de la editorial Art Gerust.
Nota: Una versión más breve y peor escrita de este cuento fue seleccionada para aparecer en el libro Homenaje a E. A. Poe de la editorial Art Gerust.
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