6/7/24

Centinela

—Mamá, he visto a un hombre.

Mi madre salió corriendo de la cocina con el rostro desencajado, mirando en todas direcciones.

—¡¿Dónde lo has visto?! —me gritó. 

—Estaba ahí, sentado en la mecedora —dije señalando con el dedo.

—¡No hay ningún hombre! ¿Cuándo vas a dejar de hacer el imbécil?

—Pero, mamá, te lo juro, había un hombre en la mecedora. Me ha mirado y se ha reído con cara de malo. Anita también lo ha visto.

En la expresión facial de mi madre se entremezclaban la tristeza y la impotencia.

—Hijo, ya no sé qué hacer contigo. No hay ningún hombre, y tu hermana ya no está con nosotros. Tienes que parar o me volverás loca —dijo, y regresó a la cocina, desde donde me llegó el sonido de su llanto.

—No te preocupes —susurró mi hermana—. No dejaré que os haga daño.


Esta historia forma parte de mi libro PULSACIONES, 99 MICRORRELATOS DE INFARTO. Puedes descargar una muestra gratuita pinchando en este enlace.

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