11/5/25

Los 10 libros más caros y extraños que he vendido por Wallapop

Una tarde, me encontraba administrando mi perfil de Wallapop cuando, de repente, empecé a recibir notificaciones. Parecía que todo el mundo se había vuelto loco por comprar un libro se Stephen King que a mí no me sonaba de nada y que acababa de poner a la venta por cinco euritos. Totalmente desconcertado, me puse a buscar por Internet y resultó que esa obra, titulada Rabia, llevaba años descatalogada. Entonces, busqué la novela en el mismo Wallapop y descubrí maravillado que nadie la estaba vendiendo por menos de cien euros. 

Desde aquel día, siempre efectúo pequeños estudios de mercado antes de subir un artículo y, la verdad, a lo largo de mis años como vendedor de libros de segunda mano, me he encontrado con obras muy cotizadas por lo peregrino de su contenido o por la dificultad que suponía hacerse con ellas, a pesar de tener mucha demanda. La lista que os ofrezco a continuación contiene lo más extraño y caro que yo haya vendido nunca por Wallapop de entre los, literalmente, centenares de libros que he despachado. 

Aprovecho la ocasión para animaros a visitar mi perfil en esta aplicación (lo tienes también en un banner a la derecha) que ya considero como una parte esencial de mi identidad. Encontraréis una gran variedad de libros que renuevo con frecuencia y, por lo general, a un precio más bajo que en cualquier otro perfil. 

Rabia, Stephen King

Publicado como Richard Bachman, fue retirado por el propio autor tras varios tiroteos escolares vinculados a su trama. Esa decisión lo convirtió en un libro maldito y muy buscado por coleccionistas. Su escasez explica que pueda venderse por más de 100 euros.

Secretos y virtudes de las plantas medicinales

Publicado por Selecciones del Reader's Digest en 1980, es un volumen enciclopédico de gran formato que ofrece descripciones detalladas de plantas y sus aplicaciones terapéuticas. Aunque no es una obra extremadamente rara, su edición cuidada y su contenido exhaustivo la hacen valiosa para coleccionistas y aficionados a la fitoterapia. Gracias a ello pude venderlo por 75 euros.

Caciques y ladrones. Rafael García Casero

Es una obra que recopila anécdotas y datos sobre el caciquismo y la actividad de bandoleros como Vivillo, Pernales, Soniche y Vizcaya. Aunque no es especialmente raro, su enfoque histórico y su interés para coleccionistas justifican su venta por 25 euros, a pesar de ser bastante breve.

Shantaram. Gregory David Roberts

Novela de culto basada en la vida del autor: un fugitivo australiano que encuentra redención en los bajos fondos de Bombay. La edición española, con más de 1100 páginas, está descatalogada y es difícil de encontrar. La regalé por 22 eurillos.

Estrategia y táctica de la propaganda inglesa de guerra. Dr. Wilhelm von Kries 

Es un panfleto publicado en 1944 por el Servicio Alemán de Información. El texto analiza las técnicas de propaganda británicas desde una perspectiva alemana, con el objetivo de desacreditarlas y contrarrestar su influencia. Su valor reside en ser un documento histórico que refleja la guerra psicológica y mediática de la época. Su rareza y relevancia para coleccionistas de material de la Segunda Guerra Mundial justificaban un precio elevado, pero lo dejé en 22 tristes euros. Juro que no recuerdo de dónde narices lo saqué.

Pruebas sin corregir de Inés y la alegría. Almudena Grandes

Este libro puede conseguirse por 2 o 3 euros en el mismo Wallapop, pero yo me encontré una prepublicación o pruebas sin corregir no destinada a la venta y me la quitaron de las manos por 20 euros. 

Realidad virtual. L. Casey Larijani

Publicado en 1995, ofrece una visión general de la tecnología disponible en ese momento. Dado su enfoque técnico y la evolución rápida del campo, el contenido puede considerarse desactualizado pero el interés que puede despertar para quienes estudian la historia de la realidad virtual me permitió venderlo por 15 euros.

El danzarín y la danza. Andrew Holleran

Es una novela clave de la literatura gay post-Stonewall. La obra captura con lirismo y melancolía una época de libertad y hedonismo previa a la crisis del sida. Su edición en español, publicada por Argos Vergara en 1981, es difícil de encontrar, lo que la convierte en una pieza codiciada por coleccionistas y lectores interesados en la historia del movimiento LGTB, lo que me permitió venderla por 15 euros a pesar de ser un ejemplar de bolsillo con muchas señales de uso.

El asno de oro. Apuleyo 

Es la única novela latina que ha llegado completa hasta nosotros. Puede conseguirse fácil por un euro, pero yo tenía la edición de la colección Clásicos Gredos, con su traducción rigurosa y notas filológicas, muy valorada por estudiantes y amantes del mundo clásico, y la regalé por 15 euros.

Trading en la zona. Mark Douglas

Obra fundamental en el ámbito del trading y la psicología del inversor. Publicado originalmente en 2000, el libro aborda la importancia de la disciplina mental y la gestión emocional en los mercados financieros. Es muy difícil de encontrar, por lo que pude venderlo por 15 euros, aunque por ahí lo tienen hasta por 40. 

2/5/25

Interpretar el temblor: una lectura íntima de Smells Like Teen Spirit

En septiembre de 1991, una canción se convirtió de forma inesperada en un fenómeno cultural. Smells Like Teen Spirit, el sencillo de apertura del álbum Nevermind, transformó a Nirvana de simple banda underground a voz generacional casi de la noche a la mañana. Y, sin embargo, su autor principal, Kurt Cobain, parecía no sentirse cómodo con ese estatus. «Solo me burlo de la idea de tener una revolución. Pero es una buena idea», dijo en una entrevista, resumiendo adecuadamente el tono de la canción: algo que se dice con ironía, pero sin renunciar del todo a su poder.

Este tipo de ambigüedad, esta resistencia a ofrecer un mensaje claro, es precisamente lo que permite que Smells Like Teen Spirit siga siendo objeto de debate. En una clase de hermenéutica, escuché algo que al principio me descolocó: «toda interpretación es válida siempre que esté bien argumentada, independientemente de lo que quiso decir el autor del texto». Me pareció entonces una invitación al caos, pero con el tiempo he aprendido a verla como una defensa de la libertad lectora. El sentido de una obra no está encerrado en la cabeza de quien la escribió, sino que emerge, siempre de nuevo, en el encuentro entre texto y lector. O entre canción y oyente.

Como ejemplo de esta apertura interpretativa, me propongo compartir una hipótesis personal sobre Smells Like Teen Spirit, alejada de las lecturas más habituales. No espero que coincida con la intención de Cobain, tan solo pretendo mostrar que, si se atiende a ciertas claves simbólicas del texto, es posible leer la canción como una representación del miedo, especialmente masculino, al fracaso sexual. O, dicho sin rodeos, como una metáfora del gatillazo y del pánico que lo rodea, sobre todo en las primeras experiencias sexuales.

Esta lectura se descubre ya desde el título. Smells Like Teen Spirit nació de un malentendido: Kathleen Hanna, cantante de Bikini Kill, escribió en una pared «Kurt huele a Teen Spirit», refiriéndose al desodorante de una marca popular. Cobain, que no conocía el producto, creyó que era un mensaje subversivo, un eslogan revolucionario. Desde su origen, pues, el título ya funciona como símbolo hermenéutico: algo que se interpreta en un sentido diferente al original. Lo que Hanna expresó con humor íntimo, Cobain lo recibió como mensaje generacional. Esa distancia entre lo que se quiso decir y lo que se entendió es la misma que abre la puerta a mi propia lectura.

En cuanto a la canción en sí, hay varias frases que permiten pensarla en clave sexual. El verso «With the lights out, it’s less dangerous» sugiere que el deseo, o la exposición, asusta menos en la oscuridad. No ser visto equivale a no ser juzgado, y eso es especialmente relevante si uno teme fallar. Por su parte, «Here we are now, entertain us» puede leerse como una ironía cruel: el mandato de hacer disfrutar al otro, la presión de rendir, la expectativa de complacer como si el sexo fuera una actuación. Hay una incomodidad en esa frase que no desaparece con la repetición: parece una orden disfrazada de broma.

Pero donde la canción alcanza su mayor potencia simbólica es en el célebre y críptico verso «A mulatto, an albino, a mosquito, my libido». Tradicionalmente, se lo ha interpretado como una acumulación surrealista de imágenes absurdas, casi como un desvarío fonético. Pero si se lee como una definición poética del deseo —«mi libido es…»— entonces cada imagen adquiere un peso propio. El mulato es indefinición, mezcla: ni blanco ni negro. El albino es hipersensible, incapaz de exponerse a la luz sin sufrir. El mosquito es pequeño, molesto, nocturno, más símbolo de irritación que de potencia. En conjunto, configuran una libido frágil, confusa, torpe. No la fuerza viril del erotismo clásico, sino una pulsión debilitada, insegura, casi patética. Justo lo que podría sentir alguien ante el miedo al gatillazo: deseo hay, pero también ansiedad, vergüenza, expectativas que paralizan.

Incluso el tono general de la canción, entre la rabia, la desgana y la ironía, refuerza esta lectura. No hay euforia sexual, sino ruido y distorsión. No hay seducción, sino torpeza estridente. Cobain canta como quien se burla de sí mismo, como quien no se siente dueño de lo que le pasa. La melodía es adictiva, pero está envuelta en un caos emocional que nunca se resuelve.

Podría decirse mucho más sobre el resto de la letra («una negación», «me siento estúpido y contagioso», «cuan bajo», «Y aún olvido cuál es el sabor», «ella está demasiado aburrida y segura de sí misma», etc., etc.) pero tampoco es cuestión de extender este artículo más de lo necesario. Simplemente, frente a quienes sostienen que la letra de Smells Like Teen Spirit no dice nada, propongo una lectura que intenta rescatar un posible sentido desde esa misma contradicción. No es necesario que Cobain pensara en el gatillazo cuando escribió su himno. Basta con que nosotros, al escucharla hoy, encontremos ahí una resonancia de nuestras propias inseguridades, deseos y temores. Como decía Gadamer, interpretar no es desenterrar una verdad oculta, sino participar en la construcción de un nuevo sentido.

Y en ese sentido, esta canción, leída como un retrato del miedo masculino al fracaso sexual, sigue siendo profundamente adolescente. Porque ser adolescente —como lo sugiere Smells Like Teen Spirit— no es tanto rebelarse contra el mundo como sentir que tu cuerpo, tus deseos y tu voz te fallan justo cuando más necesitas que funcionen.