6/4/25

Cuentos muy breves de los mejores cuentistas

En Cuentos y cuentistas. El canon del cuento, Harold Bloom selecciona y analiza relatos de autores que, según su criterio, definen la esencia del género. Desde Poe y Andersen hasta Borges y Cheever, el crítico selecciona autores cuyos relatos destacan por su intensidad, ambigüedad y profundidad psicológica. Más que una simple antología, el libro se convierte en una reflexión sobre la capacidad del cuento para condensar significados complejos en un espacio breve.

Si bien su selección puede ser debatida, Bloom defiende que los cuentos memorables combinan estilo y trascendencia. Su ensayo invita a pensar qué hace que un cuento sea perdurable, convirtiéndose en una lectura fundamental para quienes buscan comprender la evolución y la riqueza del género.

Con objeto de facilitar a los lectores la tarea de explorar la obra de estos treinta y nueve maestros del relato, he decidido buscar y enlazar en la siguiente lista un cuento lo más breve posible de cada uno de ellos. Pueden leerlos gratis en internet pinchando en el título de cada cuento. Si pulsan en el nombre del autor, accederán a Amazon para comprar, si lo desean, un libro de cuentos de dicho autor y así colaborar con el sostenimiento de este proyecto. Espero que la disfruten.

El pescador y el pez dorado. Alexandr Puchkin. Con un estilo ágil y simbólico, el relato nos sumerge en un juego de deseos y castigos donde la humildad y la codicia se enfrentan. Su final, tan inevitable como revelador, convierte esta historia en una lección atemporal sobre la insatisfacción humana.

Las esposas de los muertos. Nathaniel Hawthorne. En este relato cargado de melancolía, el autor traza un delicado juego entre la pérdida y la esperanza en una noche de duelo. Con su estilo evocador, el cuento explora cómo la felicidad y la tragedia se pueden rozar sin llegar a tocarse.

Dentro de mil años. Hans Christian Andersen. Con una mirada irónica y melancólica, el cuento reflexiona sobre la fugacidad de las civilizaciones y la transformación del mundo ante el paso del tiempo. Un relato visionario que, desde el siglo XIX, anticipa la velocidad vertiginosa de nuestra era.

Sombra. Edgar Allan Poe. El autor crea una atmósfera opresiva donde la muerte y lo sobrenatural se confunden. En una noche de terror y peste, un grupo de hombres se enfrenta a una aparición imposible, cuya voz parece contener las de todos los muertos. Un cuento inquietante y enigmático.

La terrible venganza. Nikolái Gógol. Este es un relato de horror, traición y fatalismo, donde la brujería y la violencia se entrelazan con la historia de Ucrania. Con su estilo vibrante y sombrío, el cuento despliega un destino implacable, marcado por la culpa, el castigo y fuerzas que escapan al control humano.

¡U-á… U-á!, Ivan Turguéniev. Narra el viaje de un joven atormentado que busca refugio en la soledad de las montañas. En el borde del abismo, un sonido inesperado lo devuelve a la vida. Con una prosa delicada y emotiva, el cuento explora la redención, la desesperación y el poder transformador de la existencia.

El violinista. Herman Melville. Este cuento nos presenta a Hautboy, un hombre alegre cuyo pasado oculta una antigua gloria perdida. A través de su historia, el relato explora la relación entre el genio, la fama y la felicidad, desafiando la idea de que el éxito es la única medida del talento.

Lo que la tortuga le dijo a Aquiles. Lewis Carroll. El autor construye un ingenioso diálogo lógico donde una simple argumentación se convierte en una paradoja infinita. Con su característico humor y agudeza, el cuento desafía la noción de evidencia y la estructura del razonamiento, sumergiendo al lector en un laberinto intelectual sin salida.

El hombre que riñe con los gatos. Mark Twain. El famoso escritor despliega su ingenioso humor satírico a través de un enredo absurdo entre la prensa y un lector indignado. Con juegos de palabras y malentendidos hilarantes, el cuento ironiza sobre la prensa sensacionalista y la fragilidad de la verdad en la comunicación.

Lo mejor de todo. Henry James. Este relato explora la ambición, la memoria y la influencia del pasado. A través de una sutil tensión psicológica, nos sumerge en el dilema de un hombre que debe decidir entre sus aspiraciones y la fidelidad a un legado, cuestionando qué es realmente "lo mejor de todo".

El ciego. Guy de Maupassant. El cuentista francés nos sumerge en la crueldad del mundo rural con un relato que desnuda la brutalidad y la indiferencia hacia los más vulnerables. A través de una prosa sobria pero implacable, el cuento expone la degradación del protagonista hasta un final inevitable, convirtiéndolo en una metáfora de la miseria humana. Un texto desgarrador que nos confronta con la impiedad de la naturaleza y del hombre.

La laguna. Joseph Conrad. En una remota laguna de la selva malaya, un hombre blanco escucha la historia de Arsat, un malayo que ha renunciado a todo por amor. A medida que avanza la noche, se revelan la culpa, la traición y la venganza que han marcado su vida. Un relato melancólico y evocador sobre la lucha entre el destino y el deseo.

Buena colección. Anton Chejov. A través de un personaje obsesionado con coleccionar restos indeseables encontrados en su comida, el cuento expone con ligereza una crítica soterrada a la negligencia y el desencanto cotidiano. Sin grandes giros ni artificios, la historia avanza con un diálogo ágil que transforma lo grotesco en comedia, dejando en el lector una mezcla de risa y desasosiego.

Con alma y vida. O´Henry. El autor, maestro del giro inesperado, nos deslumbra con una historia de apariencias engañosas y astucia narrativa. En un vagón de tren, una conversación casual oculta una verdad que solo el lector atento descubrirá al final. Con su estilo conciso y su ironía sutil, el cuento nos recuerda que las primeras impresiones pueden ser las más equivocadas.

La historia de Muhammad Din. Rudyard Kipling. El pequeño Muhammad Din, hijo de un sirviente indio, vive en su mundo de juegos e imaginación. Su ternura y curiosidad conquistan al narrador, pero la fragilidad de su corta existencia nos deja con un final melancólico y conmovedor.

Anécdota. Thomas Mann. El escritor alemán desmonta el velo de las apariencias con una brutal revelación. La encantadora Ángela Becker, adorada por todos, oculta una realidad sórdida que su esposo, tras años de sufrimiento, expone en un arrebato devastador. Un relato sobre la hipocresía social y el autoengaño, tan elegante como despiadado.

MaternidadSherwood Anderson. Cuento de gran intensidad simbólica que fusiona la fertilidad de la tierra con la gestación de la protagonista. A través de una prosa poética y de imágenes poderosas, Anderson convierte la naturaleza en un reflejo de la experiencia femenina, resaltando la conexión entre el cuerpo y el paisaje. 

Un gran error. Stephen Crane. Este cuento retrata la fascinación infantil por lo inalcanzable y el inevitable choque con la realidad. La tensión crece desde la devoción hasta la osadía, culminando en un castigo desproporcionado para una transgresión mínima. El niño pierde no solo un fruto, sino la ilusión de su pequeño sueño.

Eveline. James Joyce. Una historia profundamente contenida, construida sobre los detalles mínimos de una vida rutinaria y las tensiones silenciosas del deber, el deseo y el miedo. La prosa, cargada de simbolismo y nostalgia, acompaña a una protagonista atrapada entre el peso del pasado y la posibilidad de un futuro incierto. Un retrato breve pero devastador de la parálisis emocional.

Ante la ley. Franz Kafka. Una parábola inquietante sobre la espera, la sumisión y el sentido inalcanzable de la justicia. Cada línea es una invitación a interpretar lo invisible, en un universo donde lo absurdo se vuelve regla. Un relato breve que resuena largo tiempo después de terminarlo.

El hombre inmortal. D. H. Lawrence. El autor nos ofrece una fábula inquietante sobre el conocimiento, la creación y el miedo a lo que trasciende lo humano. Con un tono de leyenda antigua, el relato plantea preguntas profundas sobre la inmortalidad y el lugar de Dios. Una historia tan sencilla como perturbadora.

Magia. Katherine Anne Porter. Una historia turbadora y oscura que explora la crueldad y el poder oculto en lo cotidiano. Con una narración envolvente y directa, se adentra sutilmente en lo sobrenatural, mostrando que lo más inquietante surge de la maldad humana y de fuerzas que escapan a toda explicación.

En la estación ferroviaria. Isaac Babel. Con un realismo crudo, este breve relato captura la dureza, la desesperanza y el absurdo en medio de una escena cotidiana. El humor negro, el caos y una cierta ternura grotesca reflejan la resignación de unos personajes atrapados en su propio destino.

Tiernamente adorables. F. Scott Fitzgerald. Este delicado relato mezcla la ternura con la melancolía, mostrando cómo los sueños y las ilusiones pueden erosionarse lentamente frente a la rutina y la adversidad. La narración, cargada de ironía sutil, nos deja entre la sonrisa triste y una reflexión amarga sobre la fragilidad de la felicidad.

El sacerdote. William Faulkner. Este relato introspectivo explora la lucha íntima entre el deseo carnal y la búsqueda espiritual con una intensidad conmovedora. El conflicto interno del protagonista se convierte en una reflexión universal sobre la fe, la duda y las pasiones humanas, narrado con una prosa densa y profunda que deja al lector sumergido en preguntas esenciales sobre el sentido de la existencia.

En el muelle de Esmirna. Ernest Hemingway. Breve, seco y desolador, este relato captura magistralmente el absurdo de la guerra desde la crudeza cotidiana. La frialdad del narrador, que describe horrores con indiferencia casi burocrática, intensifica aún más la conmoción del lector frente a la tragedia humana que apenas menciona.

Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874). Jorge Luis Borges. El escritor argentino convierte una biografía en revelación metafísica, donde el destino irrumpe en un instante decisivo y convierte a un hombre en sí mismo. El relato funde historia, mito y literatura con una maestría que invita a releer más que a entender. Una joya que vibra en múltiples niveles.

Desayuno al aire libre. John Steinbeck. Steinbeck convierte una escena sencilla en un momento de pura humanidad, donde la hospitalidad, el trabajo duro y la dignidad silenciosa se entrelazan con la belleza del amanecer. Un relato breve y luminoso que celebra la grandeza oculta en lo cotidiano.

Una cortina de follaje. Eudora Welty. En este relato denso y poético, la naturaleza se convierte en espejo de la pérdida, la soledad y el deseo reprimido. La protagonista, atrapada entre el duelo y la obsesión, se desborda como su jardín, hasta encontrar en la lluvia un descanso momentáneo. Una narración delicada y poderosa que fluye con la cadencia de lo no dicho.

Reunión. John Cheever. Con una prosa contenida pero cargada de emoción, este relato muestra el desencuentro entre un padre caótico y un hijo que empieza a entender su desilusión. A través de un almuerzo fallido, Cheever condensa una vida entera de distancia emocional. Breve, triste y memorable.

Continuidad de los parques. Julio Cortázar. Con maestría casi hipnótica, este cuento difumina la línea entre lector y ficción, fundiendo realidades hasta un desenlace perfecto y escalofriante. Cortázar logra, en apenas unas páginas, una clase magistral de construcción, ritmo y asombro.

Coloquio. Shirley Jackson. Con fina ironía y un sutil sentido del absurdo, este cuento plantea una inversión inquietante: ¿es la locura individual o colectiva? La voz de la protagonista, frágil pero lúcida, revela el sinsentido de un mundo en el que lo irracional parece haber sido institucionalizado.

Las dos partes implicadas. J. D. Salinger. Un relato entrañable y conmovedor sobre lo que significa aprender a amar en medio de la juventud, la torpeza, los malentendidos y las pequeñas rutinas del día a día. La prosa, aparentemente simple, está llena de matices emocionales, y convierte lo cotidiano en algo profundamente humano.

El relámpago. Italo Calvino. En este fulminante relato, Calvino describe un instante de revelación: el mundo, de pronto, pierde todo sentido. Pero la epifanía se esfuma frente a la mirada reprobadora de la multitud. Una parábola del absurdo cotidiano y la fragilidad de la lucidez.

¿Por qué se amotinan las gentes? Flannery O’Connor. La autora retrata el desencuentro generacional entre una madre aferrada al deber y un hijo paralizado por la lucidez. Walter, figura moderna y crítica, encarna la esterilidad reflexiva frente a la acción ciega. Una alegoría sobre el colapso de las certezas heredadas.

La mariposa y el semáforo. Cynthia Ozick. Se contrapone la ilusión efímera de la belleza —la mariposa— con la perseverancia del pensamiento transformador —la oruga—, en una sátira rica en simbolismo urbano y filosófico. Fishbein, figura del exiliado crítico, debate con el simulacro de América y su lenguaje homogéneo. La calle se vuelve icono de identidad fallida y de deseo intelectual no correspondido.

Pigmalión. John Updike. El cuento retrata con ironía las ilusiones proyectadas en el amor y cómo la repetición de patrones acaba desnudando los deseos frustrados. Pigmalión, que busca moldear a su pareja, acaba enfrentado al tedio que tanto temía. Updike afila su sátira en los pequeños gestos y decepciones del matrimonio burgués.

El padre. Raymond Carver. Con su estilo sobrio, Carver revela la soledad del padre en medio de la ternura familiar. La escena íntima se convierte en un retrato sutil del extrañamiento, la invisibilidad y el peso del anonimato masculino. El silencio del padre es más elocuente que cualquier diálogo.