27/4/23

Buen viaje

Es un gato bueno, blanco y negro, flaco y larguirucho, con un ojo velado por una infección que sufrió de cachorro. 

Le gusta salir a la calle y yo lo saco con correa, como si fuera un perrillo, y observa fascinado a los pájaros del parque y se reboza por el suelo al calor del sol.

Le escribo estas palabras funerarias mientras todavía sigue vivo, reposando a mi lado, achacoso y consumido por la leucemia, confuso, cansado y con la mirada vidriosa y perdida.

Le escribo en su última noche, antes de su último amanecer y de su último paseo tambaleante por el parque, y de su último viaje al veterinario y de su última comida, de su última caricia y del último suspiro de sus pulmones.

Mañana se irá para siempre. 

Dejará este mundo y dejará mi casa, dejará vacío su lugar favorito, desde donde vigilaba las calles, dejará su parque y su correa, su comedero y sus juguetes, y dejará mi memoria colmada de recuerdos bellos y dolorosos, y dejará mi alma llorosa y mutilada, y dejará una nueva cicatriz en mi corazón hecho papilla.

Buen viaje, pequeño. 

Ojalá nos veamos al otro lado, algún día. 

Aunque sea dentro de muchísimo tiempo, yo no te habré olvidado. 

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