18/10/18

Algunos comentarios sobre el lenguaje "inclusivo"

El mal llamado "lenguaje inclusivo” [1] no responde a una necesidad social ni lingüística. Es una cuestión que no reivindican ni todas las mujeres ni todos los trans [2]. Ni si quiera lo hacen grandes mayorías dentro de estos colectivos. El mal llamado "lenguaje inclusivo" responde a una cuestión puramente ideológica. 

Es una práctica que dificulta la comunicación, pues altera el código que compartimos todos los usuarios de un mismo idioma [3]. En el código del idioma español, el género gramatical masculino tiene dos lecturas, una mixta y otra masculina, mientras que el género gramatical femenino solo tiene lectura femenina. Puede que en otros códigos esto sea diferente, pero así es como funciona en el nuestro. Si alguien empieza a utilizar el género gramatical femenino para hacer referencia a grupos mixtos, está alterando el código de forma unidireccional, entorpeciendo la comunicación. Lo mismo ocurre si se utilizan palabras que no existen en nuestra lengua, como "todes", o si se colocan letras donde no pueden ir, como en "niñxs [4]" (en este caso, además, se complica el funcionamiento de las aplicaciones de lectura de los invidentes) o si se utilizan símbolos que no corresponden con ningún fonema, como "@" [5].

Si este entorpecimiento de la comunicación sirviese para algo, nos lo podríamos plantear. Pero lo cierto es que no existe correlación ni causalidad entre lenguas más neutras y sociedades más justas. Por ejemplo, el persa o farsi es el idioma oficial de Irán. En esta lengua se usan los mismos pronombres, sustantivos y adjetivos para hacer referencia a hombres o mujeres, lo que lo convierte en un código mucho más neutro que el español. Pues bien, España es el quinto país del mundo más seguro para las mujeres mientras que Irán ocupa el puesto 116 de 152 [6]. El persa, por cierto, también es el idioma oficial de Afganistán. 

Se podría plantear el lenguaje “inclusivo” como propuesta para evitar ambigüedades, dejando de lado el tema ideológico. Alguien me comentó que si vemos un grupo de padres en WhatsApp no podremos saber si es solo para padres varones o si es mixto; o si leemos la frase la evolución del hombre no podremos discernir si hace referencia a la evolución del ser humano o solo a la del varón. Este debate es similar al surgido a raíz de la eliminación de la tilde en el adverbio solo (hice un vídeo sobre el tema). La cuestión es que el lenguaje se encuentra repleto de ambigüedades pero siempre se pueden resolver por el contexto. En la vida real no nos encontramos con segmentos de información aislados como en los de los ejemplos que acabo de mencionar. Si no sabemos para quiénes es el grupo de padres, podemos preguntarlo. Si leemos el fragmento la evolución del hombre, casi con total seguridad lo haremos porque se encuentra contenido en un texto más amplio que tratará, o bien sobre la evolución de los machos de la especie humana, o bien sobre la evolución de la especie en su conjunto.

En definitiva, considero que los argumentos para abandonar esta práctica son contundentes. Si una propuesta causa ciertos problemas pero no sirve para resolver otros más graves, ¿para qué vamos a mantenerla? Es un hecho que a lo largo del mundo las mujeres u otros colectivos sufren injusticias específicas, pero estas no van a desaparecer mientras no pongamos el punto de mira en sus causas reales. Y el lenguaje no es la causa de ninguna injusticia. Utilicémoslo para llevar a cabo su maravillosa función, es decir, que todos podamos entendernos del mejor modo posible.

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[1] Al presentarlo como alternativa al lenguaje convencional y ponerle la etiqueta "inclusivo" se da a entender que el lenguaje convencional es "excluyente" y esto es falso, el español estándar es inclusivo.

[2] Sobre esto, Mar Cambrollé, presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía, dice: "(...) desde el posmodernismo, se utiliza de manera ilegítima el derecho de un sector de la población que se define no binaria, aplicándose de forma general y homogénea en el lenguaje hablado y escrito de la "e", imponiendo desde el privilegio cis que es lo más guay para todas las personas trans. Curiosamente, estas mismas personas dejan de usar la "e" para referirse a las personas cis. Cuando esto sucede sin respetar el derecho a la libre determinación de las personas trans, del uso de los pronombres femeninos o masculinos, supone una exclusión.(...) Mi experiencia de haber atendido personalmente a muchos menores trans es que todos, según el propio testimonio de sus progenitores, les dicen "mamá soy una niña" o "mamá soy un niño", Jamás un menor dice mamá soy un niñe". Fragmentos extraídos del artículo Lenguaje inclusivo o posmodernismo.  

[3] Sí, el lenguaje cambia con el tiempo, pero no por imposición de un grupo de usuarios. El lenguaje cambia con cierta velocidad en el nivel léxico, pero muy lentamente (con el paso de los siglos) en el nivel gramatical, que es donde plantea cambios inmediatos el lenguaje “inclusivo".

[4] En español todas las sílabas deben llevar vocal.

[5] En principio, la propuesta menos problemática sería la del desdoblamiento de género, como en “bienvenidos y bienvenidas todos y todas” porque al menos no altera las normas gramaticales u ortográficas. Sin embargo, esta medida viola el principio de economía del lenguaje, el cual no es una norma inquebrantable (por ejemplo, yo podría haber transmitido la información de este texto con muchas menos palabras) pero sí importante. Es algo que podemos comprobar escuchando discursos de personas partidarias de esta medida. Notaremos que el desdoblamiento se usa en las primeras ocasiones pero que se acaba abandonando, pues solo es posible mantenerlo a costa de un gran esfuerzo consciente (y de generar hartazgo en los receptores). Y es que el principio de economía se puede violar en pos del principio de máxima expresividad, pero, ¿qué expresividad aporta el desdoblamiento de género más allá de transmitir ciertas convicciones ideológicas que ya quedan claras cuando lo llevas a cabo una o dos veces?

[6] Esto es solo un ejemplo ilustrativo, podemos ver también que existen grandes diferencias sociales entre países con una misma lengua, como entre Ecuador (puesto 42 en la lista) y Colombia (puesto 96) o similitudes sociales entre países con lenguas con diferente grado de neutralidad de género; por ejemplo, Gran Bretaña ocupa el puesto 12, con un nivel de seguridad para las mujeres similar al de España, aunque el inglés es mucho más neutro que el español. Se puede ver la lista completa en este enlace.



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